La aparición de una mujer apuñalada en un pueblo de Zaragoza podría ser un caso más para el sargento Bevilacqua y la cabo Chamorro, pero este es un caso especial; la víctima es una célebre periodista. Las pesquisas llevan a nuestros protagonistas a Barcelona y las primeras pistas apuntan a un crimen pasional en un mundo de vanidades lleno de tapujos y secretos hasta llegar a los sórdidos bajos fondos de la prostitución, la corrupción y de las mafias centroeuropeas. La Reina sin espejo nos sumerge en una indagación compleja y fascinante en la que los guardias civiles deberán dilucidar enigmas literarios de Alicia a través del espejo, desentrañar relaciones cibernéticas y colaborar con la policía autonómica catalana para llegar a la resolución de un caso espinoso y difícil. Lorenzo Silva alcanza con esta novela las más altas cotas del género policíaco en un texto colmado de intrigas, bajas pasiones e ironía y lo conjuga con su prosa más conseguida y acertada hasta el momento.
Nayaf, Irak, 4 de abril de 2004, 12 horas. La Base «Al Ándalus» es atacada por el ejército del Mahdi. Más de dos centenares de soldados españoles, pertenecientes en su mayoría a la División Mecanizada, se encuentran en pocos segundos en el fragor de un encarnizado combate. Aquel día supondrá la explosión de un conflicto gestado por unos invasores que desmantelaron un país sin acertar a prever cómo reconstruirlo, y en el que los militares españoles se vieron envueltos sin que en España se supiera cómo ni muchos entendieran por qué. A partir de ese día, los españoles, que sufren continuos ataques y son objeto de innumerables emboscadas, han de usar una y otra vez las armas para defender sus vidas contra una insurgencia fanatizada y suicida que llega a enviarles niños armados con lanzagranadas para atacarlos. "Y al final, la guerra" es el emocionante relato del quehacer de las tropas españolas en tierras de Irak, de lo que vivieron mientras duró la misión. Es una historia de guerra en la supuesta paz iraquí. Luis Miguel Francisco y Lorenzo Silva han logrado, a partir de testimonios y documentos inéditos, encajar las piezas y reconstruir de manera exhaustiva una historia cruda y despiadada, tan repleta de fuego, coraje y muerte como desconocida y silenciada. Con un estilo trepidante, han logrado hacer ver la verdad de la guerra a través de una prosa que está destinada a convertirse en uno de los clásicos sobre investigaciones militares. Un texto sin precedentes en nuestro país.
Se trata de un caso que, en la jerga de la unidad central, se conoce como «un asunto podrido»: el principal sospechoso, un político local cuya hija adolescente salía con Iván, fue juzgado y absuelto dos años atrás. Las pistas son obsoletas, el caso está empantanado y ofrece pocas posibilidades de ser resuelto. Arrastrados por la bruma que envuelve al crimen tanto como a la isla, Bevilacqua y Chamorro pondrán a prueba no sólo su talento profesional sino sus motivaciones más íntimas. La confusa historia detrás de la muerte del joven sólo se irá aclarando en la medida en que los investigadores criminales de la Benemérita sean capaces de enfrentarse con sus propios fantasmas. En pleno dominio de sus recursos literarios, Lorenzo Silva lleva más lejos que nunca la complejidad psicológica de sus personajes, decantándose por la sutileza y consiguiendo una novela trepidante que rehuye con brillantez las soluciones fáciles.
La historia de una trágica equivocación: la política colonial de España en el protectorado de Marruecos. Un relato protagonizado por dos soldados de leva, Andreu y Amador, y el sargento Molina, en el que se describen los horrores de la guerra y el horror del hombre ante un destino impuesto por eso que llaman «razón de Estado».
Madrid, julio de 2014. Pasados los cincuenta, y ya con más pasado que futuro, el subteniente Bevilacqua, veterano investigador de homicidios de la unidad central de la Guardia Civil, recibe una llamada del responsable de operaciones internacionales. Se reclama su presencia inmediata a 6.000 kilómetros de allí, en la base española de Herat, en Afganistán.Un militar español destinado en la base ha aparecido degollado, y, junto a él, el arma del delito: una hoz plegable de las usadas por los afganos para cortar la amapola de la que se extrae la droga que representa la principal fuente de riqueza del país.¿Se trata del atentado de un talibán infiltrado? Podría ser, pero también que la muerte tuviera otro origen, porque el ataque no reviste la forma clásica de esa clase de acciones, sino que hace pensar en algún motivo personal.La misión de Bevilacqua y los suyos no es otra que tratar de desenmascarar a un asesino que forzosamente ha de ser un habitante de ese espacio cerrado. Sus pesquisas, bajo el tórrido y polvoriento verano afgano, les llevarán a conocer a peculiares personajes y a adentrarse en la biografía del muerto, un veterano de misiones bélicas en el exterior que guarda más de un cadáver en el armario, para llegar a un desenlace inesperado y desconcertante.
«Hace ya dos semanas que no sé nada del Inquisidor. Aunque también podría decir que en realidad hace cinco meses, el tiempo que ha transcurrido desde que me lo tropecé por vez primera, que no sé nada de él. Nunca vi su rostro, ni oí su voz. No podría asegurar que es un hombre, ni siquiera que exista, en la forma en que convencionalmente existen las personas. Y sin embargo, haberlo perdido, el solo pensamiento de que así sea, convierte mi existencia convencionalmente irrefutable en algo inerte y sin objeto. En estos cinco meses, descubro ahora, me había habituado a ser para él. El viejo y pueril error que hace años, cuando el primer descalabro, me juré que la hija de mi madre jamás se volvería a permitir.» Una historiadora se encuentra en la web un blog, titulado Cuaderno del Inquisidor, que le llama la atención. Ella ha centrado su tesis doctoral en el estudio del Tribunal del Santo Oficio en la España del siglo XVII, por lo que el apelativo del «Inquisidor» despierta enseguida su interés. El diario digital de este inquisidor refleja a un hombre atormentado que relata que ha tenido parte en unos polémicos sucesos ocurridos en un convento español en el siglo XVII, cuando se acusa a las monjas y a su confesor de herejía. Él es el encargado de los interrogatorios a los acusados. Pero ¿quién hay detrás de este inquisidor que cuelga su bitácora en la red? ¿Qué significa este diario? ¿Utiliza el proceso de unas pobres monjas y su confesor a modo de expiación de una culpa que es incapaz de afrontar?
Tras una decepcionante experiencia con el sistema judicial, el brigada Bevilacqua, alias Vila, se halla desencantado y más escéptico de lo que acostumbra. Así se enfrenta al caso que le ocupa: Óscar Santacruz ha aparecido con dos tiros en la nuca en el ascensor de su casa. Parece el «trabajo» de un profesional. Vila y Chamorro comienzan una investigación, muy a regañadientes por parte de Vila, actitud que empezará pagando «el nuevo», Arnau, un joven guardia que se irá ganando la confianza del brigada. Los problemas en la vida de Óscar Santacruz se limitan a un divorcio mal llevado con un hijo de por medio. Pero,¿qué esconde la denuncia que pesaba sobre la víctima por malos tratos? ¿Y su detención por tráfico de drogas? ¿En qué oscuros asuntos estaba envuelto este hombre en apariencia poco peligroso? Una novela sobre los claroscuros de las relaciones, sobre los errores y aciertos de los jueces, sobre los vericuetos de la moderna investigación policial, sobre las injusticias que provocan las leyes y sobre el mal, que a menudo está entre lo que tenemos más cerca, incluso entre lo que un día amamos.
Una mujer apuñalada en un pueblo de Zaragoza podría ser un trabajo más para Bevilacqua y Chamorro, pero la víctima es una célebre periodista casada con un consagrado escritor catalán. Parece ser un crimen pasional en un mundo de vanidades, lleno de tapujos y secretos, y con ramificaciones hasta en los sórdidos bajos fondos de Barcelona.
El protagonista, impulsado por una serie de acontecimientos que interpreta como señales, decide irse a Nueva York con el designio de iniciar algo que haga cambiar su vida. El hallazgo casual de un libro escrito por Manuel Dalmau, un español emigrado a Estados Unidos a principios de los años veinte, le proporciona el primer indicio de cuál era la finalidad de su viaje.
Lázaro es un joven aprendiz de escritor que, en opinión de su maestro, es incapaz de escribir historias largas, a pesar de su talento, porque pertenece a la generación de lo fragmentario, del post bloguero, el mensaje de Facebook o Twitter y el vídeo de YouTube. Para Lázaro, el problema estriba en que no tiene argumentos, en que le falta una historia que contar. Su maestro le regala la de Jorge, un joven madrileño, como él, que setenta años atrás, el 13 de julio de 1941, salió con la primera expedición de la División Azul. Una peripecia pasmosa que le llevó a la batalla de Krasny Bor, en el frente de Leningrado, y después, en 1945, a defender Berlín con el uniforme de las Waffen-SS. Acompañado por las lecturas de Walter Benjamin, Jorge Semprún o Günter Grass, Lázaro escribe un relato vibrante que, enhebrando estampas del hoy, desde las guerras de Irak y Afganistán al 15-M, recorre los escenarios de una Europa en guerra, e, hijo de su tiempo, comprende que con esa suma de fragmentos, escenas, lugares e historias ha construido, finalmente, una novela
Laura es una niña muy especial porque sus ojos ven cosas que los otros no ven. Por eso ha aprendido que todas las cosas tienen su corazón, que las cosas sufren si se les hace daño y que se alegran cuando se las quiere. Un entrañable y divertido cuento que nos ayuda a conocer el valor de las cosas y nos enseña a compartir.
1917 es el año crucial en la epopeya de Thomas Edward Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia. A principios de enero de ese año, Lawrence no es más que un oficial extranjero infiltrado entre los beduinos, con los que asesta a los turcos pequeños go