La fierecilla domada, concebida formalmente como un divertimento, es mucho más que la historia de las relaciones de poder en el matrimonio de Petrucho y Catalina. Esa dialéctica contiene una carga subyacente de intenso erotismo; se apunta una trama secundaria de ecos románticos, plena de cambios de personalidad y de disfraces, en los que resuenan las voces de Ariosto, Plauto o Terencio. En La comedia de las equivocaciones, en tiempos en que ya se prefigura el racionalismo cartesiano, Shakespeare nos vuelve a poner de manifiesto- de una manera lúdica y subversiva- que la idea del autoconocimiento es una falacia en el ser humano: siempre existen resquicios por los que fluyen desbordados los sentimientos y las pasiones.
William Shakespeare se une a «Poesía Portátil» con una selección de sus sonetos, tan eternos como sus obras de teatro. El mayor dramaturgo de todos los tiempos fue también un extraordinario poeta, y como tal ya habría pasado a la posteridad. La fluidez que mostró enlazando versos sobre el escenario encuentra su vertiente más íntima en la lírica. Las cuestiones inherentes a la condición humana son perfiladas por un Shakespeare que, sin ocultarse detrás de personajes ficcionales, descubre sus más profundas inquietudes sobre el amor, la muerte, la pervivencia y el inexorable paso del tiempo. Con la magnífica traducción de Andrés Ehrenhaus, los textos aquí seleccionados respetan el verso original y suponen un festín para los amantes de las buenas letras. «Mis ojos ven mejor si están cerrados,así no se distraen con simplezas;mas al dormir, te ven en sueños clarosy brillan en lo oscuro como estelas.Y tú, sombra que alumbras a otras sombras,si a ojos que no ven reluces tanto,¿podrá lucir aún más tu dulce formaen plena claridad y a pleno campo?Pues si en la noche inerte tus borrososcontornos engalanan mi pupila,¿podrán embelesarse más mis ojosal verte a la luz viva de los días?El día es noche cuando no te veoy días son las noches que te sueño.»
Estas dos obras, consideradas como las mejores comedias de Shakespeare, pertenecen a las llamadas comedias románticas o de amor, con una trama llena de enredos y equívocos que culmina en un final feliz. EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO se configura como la pieza más singular y popular. En ella conviven y armonizan el mundo real y el sobrenatural, el deseo y la razón, la cordura y la locura, en una mezcla de tradiciones que Shakespeare reinventa y transforma para crear un mundo de ensueño, infantil y lúdico, rico en posibilidades escénicas, que da vida al contraste entre imaginación y realidad. NOCHE DE REYES supone la despedida de las comedias románticas, con elementos que perfilan ya la comedia de carácter, en un prodigio de síntesis que aúna el más crudo realismo con la melancolía más tenue. Su trama contiene los momentos cúlmenes de las comedias de Shakespeare, la escena más cómica junto a la más lírica del autor. La traducción de Ángel Luis Pujante mantiene la extraordinaria variedad poética de las dos piezas: el lenguaje formal y coloquial, lírico y burlesco de la primera junto a la libertad compositiva de la última.
A dark, rainy day in Scotland, long ago. Returning from battle, Macbeth and his friend Banquo meet three witches. 'Macbeth, the king!' they say, but Macbeth is not a king, he is just a simple soldier. Macbeth and Banquo cannot forget the witches' words. Soon Macbeth is king, but his wife walks in her sleep at night, and dreams of blood. What lies in the future for Banquo? And how many people must die before Scotland finds peace once more?
Es la última obra de Shakespeare y, para muchos, la culminación de todo su proceso creador. Pieza alegórica, utópica, realista, romántica, pastoril y mítica, se nos presenta como un cuento maravilloso que encierra algún enigma o significado huidizo. Su composición parece inspirada en un célebre naufragio ocurrido en 1609 cerca de las Bermudas. El pasaje, que se creía muerto, se salvó y vivió durante un tiempo en una isla paradisíaca. En pleno debate sobre el descubrimiento y la colonización del Nuevo Mundo, Shakespeare aborda en su obra los problemas de la relación con otras culturas y las perspectivas de convivencia o sometimiento; el encuentro del civilizado con el salvaje; lo primario e instintivo frente a lo racional; la posibilidad de crear una comunidad con un nuevo orden social basado en otros valores, y los obstáculos para llevarlo a cavo. Pero La tempestad es, también, una reflexión extrema sobre los límites entre ficción y realidad. Inagotable en posibilidades escénicas, en ella dejó Shakespeare su última palabra sobre la magia del teatro. Traducción de Ängel-Luis Pujante, que recibió por esta obra el premio Nacional a la Mejor Traducción en 1998.
En 1881 aparecían cuatro dramas de Shakespeare en traducción de un joven Marcelino Menéndez Pelayo. De esos cuatro incluimos en este volumen dos obras: Romeo y Julieta, que encarnó el símbolo universal del amor contrariado, inspirada en una antigua leyenda acerca de la rivalidad entre dos familias de la Italia medieval; y Macbeth, obra que se desarrolla en el mundo oscuro y fantasmagórico de Escocia, dominado por la discordia y el mal. Allí, el rey Duncan es asesinado por Macbeth, que se alzará como rey, apoyado en las profecías de las diosas del destino. Menéndez Pelayo nos ofrece de ambas obras su personal versión directa del inglés, realizada con la pretensión de poner al alcance de todos la obra de Shakespeare, que a él le parecía «el más grande de los dramaturgos del mundo». Unas obras que, por su calidad y fuerza dramática, han emocionado a lectores de todos los tiempos.
La historia original del moro de Venecia, de Gianbattista Giraldi Cinthio (1565), sirvió a William Shakespeare para crear Otelo, la única de sus grandes tragedias basada en una obra de ficción. Contraviniendo la imagen isabelina del moro, Shakespeare invierte los papeles de los protagonistas y otorga al moro Otelo el carácter de hombre noble y aristocrático, mientras que reserva para el italiano Yago la perversidad y la hipocresía, desarrollando en él uno de los estudios más profundos del mal. Al final, el protagonista, como un auténtico héroe trágico, consciente de su degradación y de su pérdida, escribe su propio epitafio, con la angustia del héroe destrozado. Traducción y edición de Ángel-Luis Pujante, premio Nacional de Traducción.