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Resultados de la búsqueda para: SAN BERNARDO






Este tercer volumen de las Obras completas de San Bernardo incluye la primera parte de sus enriquece-dores sermones litúrgicos. Como padre y maestro de una comunidad monástica consagrada a la vida de oración litúrgica y personal, a través de ellos Bernardo expone y comparte su experiencia del misterio de Cristo al ritmo de las solemnidades que jalonan el año. Son páginas que nos trasmiten la unción y solidez de su doctrina, nos recrean con la elegancia de su estilo y nos alientan con su impulso pastoral místico.


San Bernardo ha sido y sigue siendo un maestro de vida cristiana. El secreto de su magisterio en la Iglesia radica en que su doctrina es la expresión de su experiencia. Atrae y convence porque habla de lo que vive. El sentido de la vida, repite sin cesar, es recuperar y restaurar esa joya que es la imagen y semejanza divinas, deterioradas por el pecado. O, como le gusta decir con la Biblia, «ordenar el amor», vivir en la escuela del amor. El amor es la fuente, el camino y la meta del hombre. Es su razón de ser y su plenitud. Amor afectivo y amor activo. Amor que contempla y arde en deseos, y amor que trabaja y se entrega a los demás. Sin la clave del amor Bernardo es incomprensible, y con ella se nos abren todas sus puertas. La selección aquí presentada puede ser una brisa de aire fresco, un estímulo y el contacto directo con un maestro espiritual.
Este cuarto volumen de las "Obras completas de San Bernardo" incluye la segunda parte de sus enriquecedores sermones litúrgicos. Como padre y maestro de una comunidad monástica consagrada a la vida de oración litúrgica y personal, a través de ellos Bernardo expone y comparte su experiencia del misterio de Cristo al ritmo de las solemnidades que jalonan el año. Son páginas que nos transmiten la unción y solidez de su doctrina, nos recrean con la elegancia de su estilo y nos alientan con su impulso pastoral y místico.
Los sermones «varios» de San Bernardo son páginas espontáneas que han brotado de su pluma al ritmo de la vida. Más que sermones, son conferencias familiares que intentan iluminar y alentar al cristiano-monje en el seguimiento diario de Cristo. Muchos de ellos son una nota escueta, un esquema o guión personal para desarrollarlo en público. Otros tienen una dimensión mayor y están muy bien redactados; y los más amplios están elaborados con un estilo vivo, orden y fluidez de ideas y abundantes citas bíblicas. El denominador común es una gran experiencia cristiana y un infatigable afán pastoral. Volver los ojos, en nuestros días, a los escritos de Bernardo no quiere decir encerrarse en los límites del universo cultural y religioso del hombre del siglo XII. Como toda obra en la que resplandece la impronta del espíritu, las enseñanzas del Doctor Melifluo poseen un valor de perennidad y de actualísima vigencia fidelidad creadora, diría G. Marcel, que los siglos no lograrán jamás ensombrecer. Por ello, acercarse a los escritos de Bernardo significa abrirse a un semillero inagotable de ideas, sugerencias y estímulos para alimentar la vida espiritual del creyente y entrar en contacto con un pensamiento vivo y renovador: un espíritu centrado en la dimensión espiritual y esencialmente religiosa del Pueblo de Dios, y orientado a promover la renovación del hombre interior.

La Edad Media de los castillos y los monasterios, de las universidades y las catedrales, de los caballeros y del amor cortés, de las cruzadas y de los frailes mendicantes, del apogeo del Papado y del Imperio, tuvo en San Bernardo (1090-1153) un referente ineludible y arquetípico. Es sin duda el personaje más influyente del siglo XII, una centuria que no puede comprenderse sin estudiar su papel como difusor del monacato cisterciense y de la primera arquitectura gótica, reformador de costumbres, impulsor de la presencia cristiana en Tierra Santa e inspirador de los templarios, místico y teólogo.
En esta obra, el gran conocedor de san Bernardo, que fue D. Jean Leclercq, nos hace una síntesis admirable sobre la figura del santo pasando revista a los diversos aspectos de su vida y de su obra. Dios le prodigó extraordinariamente, por lo que brilló en las áreas más diversas (teólogo y literato, artista y músico, hombre de biblia y filósofo, poeta en la Iglesia y liturgo). Pero uno de los dones más insignes que recibió fue su cualidad de escritor en la que resplandece su verdadera grandeza por la que fue maestro espiritual y doctor de la Iglesia.