Robert Louis Stevenson, maestro indiscutible de historias ambientadas en el mar, recrea en Los traficantes de naufragios la vida turbulenta de los aventureros que buscan enriquecerse con negocios tan dudoso como la explotación de los restos de un naufragio o el contrabando de opio.
Bajo el título de Las aventuras de David Balfour, se han agrupado dos obras escritas por Stevenson por separado: Secuestrado (1886) y Catriona (1893), si bien fueron concebidas como parte de un todo. Historia de iniciación, de azaroso recorrido hacia la sabiduría, la obra narra las asombrosas peripecias del joven escocés David Balfour en el camino hacia una cuantiosa herencia y la restitución de sus posesiones. Un tío pérfido y mezquino y el sombrío marco histórico de una Escocia dominada por tumultuosos clanes de estirpe guerrera en rebelión contra la corona de Inglaterra desatan los hechos: sucesivamente, David es vendido como esclavo, naufraga, sobrevive en una isla, se juega la piel entre clanes jacobitas, presencia un asesinato político y es acusado y perseguido por el ejército inglés. En medio de todo ello madura su amistad con el inolvidable espadachín Alan Breck -espía y jacobita impenitente, compañero en la huida y candidato también a la horca-, y conoce a Catriona-y se enamora de ella- nieta del famoso Rob Roy, e hija de James More, a quien los ingleses están a punto de ajusticiar. Secuestrado y Catriona contienen todo el prodigioso arte de construcción de Stevenson: sobre el fondo de una Escocia desgarrada, combinando la intriga con los malentendidos del amor y la pervivencia de la amistad, la historia se alza como una maravillosa síntesis de ética, sentimiento y felicidad en el contar.
Los colonos de Silverado describe las. andanzas y peripecias acaecidas durante la nada convencional «luna. de miel» de Stevenson y su mujer -Fanny Osbourne- por las. montañas de California, donde se alojaron en una mina de plata abandonada. de la legendar
Relatos escritos por el autor en colaboración con su esposa, Fanny Van de Grift (a quien se deben las historias tituladas «El ángel de la destrucción» y «La bella cubana»). Las peripecias de los protagonistas -tres jóvenes de buena familia que, privados de medios de fortuna, deciden entregarse a toda aventura que el azar pueda ofrecerles- nos presentan un populoso Londres («la ciudad de los encuentros, la Bagdad de Occidente») propicio a la aventura y centro de actividad anarquista, el misterioso Utah de los mormones y una isla del Caribe donde el vudú co-existe con la piratería.
Aunque el propio Stevenson advierte de que es «sino de las segundas partes defraudar a quienes las esperan », no es este el caso de ' Catriona ' continuación de ' Secuestrado ' , y, por lo tanto, de las aventuras de su protagonista, David Balfour. En esta obra, además de la solución de algunas peripecias de la novela anterior, vivimos nuevas aventuras (incluido el enamoramiento de David Balfour de Catriona, el personaje femenino que da nombre a la obra), y, por supuesto, volvemos a disfrutar de la incomparable prosa de su autor.
Este breve y poco conocido ensayo de Robert Louis Stevenson es un pequeño canto a la vida. El genial autor de La isla del Tesoro, de El Dr. Jekyll y Mr. Hyde y tantos otros relatos incomparables desvela aquí los ingredientes esenciales de su visión de la vida. Su amor por la lectura y por la naturaleza está contado con su habitual talento e ironía, y acaso con un punto de cinismo. Stevenson, lector impenitente, recomienda la lectura, pero antepone la vida a los libros; elogia la diligencia, pero se ensaña con aquellos que sólo se ocupan en ser diligentes y «resultan secos, rancios y dispépticos en las mejores y más brillantes etapas de la vida». Y nos recuerda que «No hay deber que infravaloremos más que el deber de ser felices. Siendo felices, vamos sembrando por el mundo anónimos beneficios, que nos son desconocidos incluso a nosotros mismos y que, cuando eclosionan, a nadie sorprenden más que al benefactor». Una pequeña lección de ética en el mejor sentido.
Un año después de publicar El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1886), Stevenson inició la escritura de sus Fábulas, que no aparecerían hasta 1896, dos años después de su muerte. La libertad que le proporcionaba no exponer esta obra a la reacción de