La literatura cubana del exilio, en un principio rechazada por la crítica y por los ambientes universitarios, más por razones políticas que intelectuales o académicas, ha acabado por ocupar el lugar que le corresponde. A través de la obra y del itinerario vital de tres escritores exiliados ?Guillermo Cabrera Infante, Severo Sarduy y Reinaldo Arenas-, se afirma la especificidad de esta literatura, su relación con lo que se escribía en la isla, así como sus diferencias respecto a las otras expresiones literarias de la diáspora latinoamericana.
Una vez concluida la publicación de la «pentagonía» con la que Reinaldo Arenas quiso alegorizar y criticar la represión de Cuba bajo el régimen castrista, recuperamos ahora la novela El portero, escrita en Nueva York, entre 1984 y 1986, y en la que se recrea el microcosmos de un rascacielos bajo la mirada perpleja del portero, un cubano exiliado, al igual que el propio Arenas, incapaz también de adaptarse a la American way of life. Juan, después de fracasar en diferentes trabajos, consigue un puesto como portero en un rascacielos de Manhattan. Allí, obsesionado con abrirles a los inquilinos la puerta no sólo del edificio sino también la de «la verdadera felicidad», topará con una extravagante galería de personajes, entre otros: Roy Friedman, de sesenta y cinco años, obsesionado con regalar caramelos a diestro y siniestro; Brenda Hill, «mujer algo descocada, soltera y ligeramente alcohólica»; Arthur Makadam, donjuán entrado en años e impotente; Casandra Levinson, «propagandista incesante de Fidel Castro» que al mismo tiempo goza de las comodidades capitalistas; los señores Oscar Times, «ambos homosexuales y tan semejantes física y moralmente que en realidad conforman como una sola persona»; Walter Skirius, científico obseso de los implantes artificiales? Al final, Juan sólo logra entenderse con las mascotas de los inquilinos del edificio, y con ellas emprenderá un viaje sin retorno.
Fieles al propósito de ir rescatando para nuestros lectores parte de la obra de Reinaldo Arenas?cuyos libros son desde hace tiempo prácticamente inencontrables?, publicamos ahora El palacio de las blanquísimas mofetas, tercera entrega de una muy singular pentagonía en la que este inclasificable autor cubano hizo un original recuento de su historia personal y de su país, y de la que ya han aparecido El color del verano y Celestino antes del alba. Aunque Arenas se mueva con comodidad en los espacios míticos y los tiempos fuera del tiempo, podemos reconoce fácilmente en esta novela la Cuba de la dictadura de Batista, y su atmósfera casi surrealista, en la que la muerte y la vida ?los vivos y los muertos? se entrecruzan con barroca indiferencia. En El palacio de las blanquísimas mofetasasistimos a la tragicómica peripecia vital de la familia de Fortunato.Éste, cansado del interminable rosario de historias de amor de triste final, de vidas señaladas por la frustración y el vacío ?cuando no por la simple locura? decide un día jugarse el todo por el todo y unirse a los rebeldes de Sierra Maestra. Como en el resto de sus libros, también en éste el riquísimo e imaginativo lenguaje del autor nos sorprende una y otra vez por su inagotable vitalidad y el mágico poder evocador de sus imágenes.