«El núcleo del humanismo crístico de Teilhard de Chardin es el de una religión de la tierra y de la vida que transfigura la realidad y que transforma la conciencia humana en un éxtasis ante lo divino ambiente, omnipresente. No es en rigor una religión de la ciencia, pero sí armonizada y no sólo compatible con ella. Si la obra de Teilhard transmite algún mensaje significativo al lector de hoy, su contenido esencial es sin duda éste: que la pasión por la vida, inherente a la conciencia humana, indispensable quizá para seguir viviendo y actuando, y que la racionalización científica característica del pensamiento moderno no eliminan toda religión y toda mística; antes, al contrario, pueden hacer surgir modos de creencia y de vivencia referidos al 'sentido' de la vida y de la acción, a lo absoluto y a lo universal, a lo divino, a un sacrum fascinante y benévolo». Alfredo Fierro, 'Prólogo'
El despertar del genio teilhardiano tuvo lugar en los campos de batalla de la Gran Guerra. El «bautismo en lo real», como él mismo lo llamó, llevó a Pierre Teilhard de Chardin a escribir estos textos que constituyen una clave imprescindible para comprender la posterior evolución de su pensamiento religioso, filosófico y científico. En medio de la carnicería del frente, donde sirve como camillero y capellán, el alma mística de Teilhard se abre a altas consideraciones sobre el sentido profundo de la vida, la muerte, la historia o el Cristo cósmico que se hace transparente en la materia ensangrentada. Teilhard escribe sobre todo para sí mismo. Redacta un testimonio, casi un testamento. No comunica sus escritos más que a un pequeño número de personas. No espera poderlos publicar. Todo lo que había visto, sentido, pensado, durante aquel periodo extraordinario del que salió transformado, ¿podría un día revelarlo? Él mismo se planteaba ansiosamente esta pregunta la víspera de su desmovilización: «¿Se me entenderá alguna vez?». Se hallaba en el punto de partida de su gran aventura intelectual. Esta nueva edición de los Escritos del tiempo de la guerra se ofrece en dos volúmenes. El primero, La Vida cósmica, incluye los siete primeros ensayos comprendidos entre 1916 y 1917. El segundo, La gran Mónada, presenta los trece ensayos restantes, pertenecientes a los años 1918 y 1919.
Este pequeño libro contiene la gran intuición de Pierre Teilhard de Chardin: la visión fundamental de Cristo «todo en todos», del Universo movido e invadido por Dios en la totalidad de su evolución. Sus páginas «querrían enseñar a ver a Dios por todas partes: verlo en lo más secreto, en lo más consistente, en lo más definitivo del Mundo». Desde la atalaya firme constituida por dos mil años de experiencia cristiana, lo que Teilhard propone es una educación de la mirada que, recorriendo las dos mitades de la existencia humana (lo que el hombre hace, sus actividades, y lo que experimenta, sus pasividades), revele un Dios «universalmente tangible y activo, muy próximo y, a la vez, muy lejano».
El despertar del genio teilhardiano tuvo lugar en los campos de batalla de la Gran Guerra. Este «bautismo en lo real» llevó a Teilhard de Chardin a escribir unos textos que constituyen una clave imprescindible para comprender la posterior evolución de su pensamiento religioso, filosófico y científico. En medio de la carnicería del frente, donde sirve como camillero y capellán, el alma mística de Teilhard se abre al sentido profundo de la vida, la muerte, la historia o el Cristo cósmico que se hace transparente en la materia ensangrentada. Teilhard redacta un testimonio, casi un testamento. No comunica sus escritos más que a un pequeño número de personas. No espera poderlos publicar. Todo lo que había visto, sentido, pensado, durante aquel periodo extraordinario del que salió transformado, ¿podría un día revelarlo? Este segundo volumen de los Escritos del tiempo de la guerra contiene los ocho ensayos compuestos por Teilhard en el año 1918 y los cinco fechados en 1919. Entre ellos destacan dos textos hasta ahora inéditos en castellano, La gran Mónada y la Nota para servir a la evangelización de los nuevos tiempos. Este último se inicia con una «Advertencia» en la que Teilhard escribe: «Hoy día existe, voy a demostrarlo, un movimiento religioso natural muy vigoroso. ¿Pensamos, nosotros que somos cristianos y sacerdotes, que para influir en él, para sobrenaturalizarlo (que es en lo que consiste propiamente la conversión de la Tierra), es absolutamente necesario que participemos [?] en su impulso, en sus inquietudes y en sus esperanzas?». Se hallaba en el punto de partida de su gran aventura intelectual.