Cuando sufrimos dolor, llevamos inconscientemente las manos hacia ese lugar, las detenemos ahí, o frotamos suavemente la parte dolorida. Casi al instante experimentamos algún alivio. Lo que prueba que existe en nosotros una virtud curativa que se transmite especialmente con las manos. Aprenderá su utilización.
«La verdad nunca puede ser contraria de la verdad». Esta Vida de Jesús viene a prestar un importantísimo servicio en este sentido, dejando de lado, como no existidos, muchos acontecimientos, que hacían inaceptable para la mayor parte de los estudiosos la persona del Cristo, devolviéndola así a la realidad en momentos en que se hacen esfuerzos con marcada generalidad para relegarla a la categoría de las leyendas.