«La principal feminista árabe y la primera en denunciar en sus libros la mutilación de las mujeres», El País«La figura más destacada sobre la situación de las mujeres en el mundo árabe», The Guardian«Un relato doloroso sobre los abusos que sufren las mujeres en el mundo árabe», London Review of Books«La feminista y la iconoclasta más importante del mundo árabe», Fedwa Malti-DouglasLa cara oculta de Eva, un clásico de la literatura árabe moderna, denuncia la opresión que sufren las mujeres en el mundo islámico y, con unos nuevos prólogo y epílogo, mantiene toda su vigencia más de veinticinco años después de su publicación.Nawal El Saadawi relata de manera impactante la violencia y la injusticia que se han extendido por la sociedad en la que vive. Su experiencia como médico rural en distintas zonas de Egipto, como testigo de la prostitución, de los asesinatos por razones de honor y de los abusos sexuales, además de la ablación, que ella misma sufrió de niña, la impulsaron a dar testimonio de todo este sufrimiento.Con claridad y precisión detecta y analiza las causas de esta situación, y describe el papel histórico de la mujer árabe en la religión y la literatura.Para la autora, el velo, la poligamia y la falta de igualdad ante la ley de hombres y mujeres son incompatibles con el islam y con cualquiera de las otras religiones.
Cuando aún era niña, Nawal El-Saadawi escribió una carta a Dios, preguntándole por qué ella no podía disfrutar de las mismas libertades que su hermano, por qué su vida tendría que verse discriminada tan solo por el hecho de haber nacido mujer. Muy probablemente Dios no consideró oportuno contestar, así que Nawal empezó a buscar respuestas por sí misma, y ahí comenzó su lucha por defender los derechos de las mujeres. Una primera muestra de su compromiso son estas Memorias de una joven doctora, que la autora escribió y publicó como novela cuando solo tenía veiticinco años y se asomaba al mundo de los adultos con temor e incertidumbre. Aquellos fueron los años en los que Nawal empezó a trabajar como médico, a comprender que el ejercicio dela medicina la obligaría a asumir el dolor de los demás. También fueron los años de sus primeras experiencias sentimentales, en busca de un hombre que no se considerara su dueño sino un compañero de vida. Han pasado cincuenta años desde entonces, y Nawal El-Saadawi sigue empeñada en su lucha como el primer día, porque, si bien duele reconocerlo, nuestro mundo, y especialmente el mundo de las mujeres árabes, no es tan distinto del que conoció aquella joven doctora que hace medio siglo se puso por primera vez una bata blanca.