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EL LIBER SINGULARIS DE POENIS PAGANORUM DE CLAUDIUS SATURNINUS . IDENTIFICACIÓN Y DATACIÓN DEL JURISTA (GONZÁLEZ ROMANILLOS, JOSÉ ANTONIO)
La datación e identificación del autor de D. 48. 19. 16 es una de las discusiones doctrinales clásicas. Todo el debate secular proviene de la siguiente circunstancia: según la inscriptio de este fragmento, el texto habría sido extraído del liber singularis de poenis paganorum del jurista Claudio Saturnino; sin embargo, y este es el origen de la discusión, el Index Florentinus atribuye esa misma obra no a Claudio Saturnino �como cabría esperar� sino a Venuleyo. Por desgracia, no es fácil encontrar una solución a este problema, pues a simple vista la contradicción entre la inscriptio y el Index admite varias posibilidades interpretativas; así, si consideramos que nos encontramos ante la misma obra, o se trata de un error del autor del Index, o el mismo jurista responde a dos nombres distintos; por contra, si entendemos que nos hallamos ante dos obras con idéntico título, entonces podemos hablar de juristas diferentes. Dentro de esta segunda posibilidad encuentra cabida la hipótesis de los que consideran que el número total de juristas cuyas obras se emplearon en la elaboración de los Digesta son treinta y nueve. Pero esta controversia es más compleja, pues Ulpiano da noticia de un Quinto Saturnino que podría identificarse con cualquiera de los dos juristas anteriores o, incluso, tratarse de un personaje distinto; además, existe un conjunto de textos que mencionan a un jurista con el único nombre de Saturnino, lo que añade más incertidumbre a la cuestión . 1.???STATUS QUAESTIONIS EN LA DOCTRINA HASTA EL SIGLO XVIII Los orígenes de esta discusión se remontan a finales del siglo XV, en los albores de la imprenta, cuando comienzan a difundirse ciertos detalles del manuscrito Florentino. Como es sabido, Angelo Poliziano (1454-1494) fue uno de los elegidos para la insigne tarea de cotejar la Florentina. En el verano de 1490 anotó cuidadosamente las variantes de este manuscrito en unos ejemplares del Digestum vetus, Infortiatum y Novum, depositados en la actualidad en la Biblioteca Medicea Laurenziana . A esta época pertenece además una conocida carta dirigida a Jacopo Modesti (Jacobus Modestus; 1463-1530), fechada el 3 de febrero de 1493 , y publicada en 1498 dentro de sus Opera, en la que describe con detalle los juristas seleccionados en el Digesto, y los títulos de las obras de donde se han extraído los fragmentos, es decir, una suerte de exposición del Index Florentinus . En la epístola, Poliziano menciona un liber singularis de poenis paganorum atribuido a Venuleyo, tal y como figura en dicho Index, pero no refiere a continuación ninguna discordancia con la inscriptio de D. 48. 19. 16, por lo que Poliziano probablemente no se percató del problema, o, incluso, es posible que ni siquiera tuviera constancia de esa inscriptio . En esos años, Tommaso Diplovatazio (Thomas Diplovatatius 1468-1541) prepara su monumental obra sobre legisladores y juristas, de la que hoy en día solo ha llegado hasta nosotros la parte conocida como De claris iuris consultis . Este trabajo, conservado en un códice inédito durante siglos, contiene varios apartados dedicados a los juristas que aquí interesan. De Venuleyo señala sus obras, pero hay algunas omisiones, entre otras, precisamente el liber singularis de poenis paganorum. En este mismo fragmento, una nota en el margen del manuscrito de Diplovatazio remite a la carta de Poliziano antes citada , referencia escogida sin duda con ánimo de completar las obras asignadas a Venuleyo en el texto. Por lo demás, Diplovatazio, con fundamento en un texto de la Historia Augusta atribuido a Lampridio , señala que nuestro jurista era discípulo de Papiniano, y consejero de Alejandro Severo. Hay que advertir, no obstante, que el fragmento de Lampridio no se acepta como original en las ediciones modernas de la Historia Augusta . De hecho, Pothier ya recordaba en sus Pandectae que se había demostrado que el texto era corrupto . En cuanto a Claudio Saturnino, para Diplovatazio es Claudio, a secas, autor del fragmento «aut facta ff. de penis» , por lo que se deduce que conocía la inscriptio de D. 48. 19. 16 . Por último, menciona a Quinto Saturnino como un jurista incierto citado por Ulpiano. En conclusión, Diplovatazio conoce la inscriptio del fragmento y el Index Florentinus (al menos a partir de la carta de Poliziano), pero no consta que se percatase de la existencia de la contradicción entre ambos. En la línea de Poliziano se encuentra uno de los primeros estudiosos de la Historia de la jurisprudencia romana: Bernardin Rutilio (Bernardinus Rutilius). En sus Vitae iurisconsultorum de 1538 atribuye un libro de poenis paganorum a Venuleyo, sin llegar a cuestionarse la individualidad de Claudio Saturnino, quizá por desconocer todavía el texto íntegro de la inscriptio, el cual no parece circular en las ediciones impresas al uso . La edición del manuscrito florentino en 1553 por Lelio Torelli aporta mayor certeza, sin duda, a este problema. Tras la misma, un discípulo de Cujas, Jacques Labitte (Iacobus Labittus; � 1603), autor de una de las primeras palingenesias conocidas de los Digesta, se plantea esta controversia en 1557. Labitte distingue claramente, a raíz del Index Florentinus, entre Venuleyo Saturnino, autor de un liber singularis de poenis paganorum de cual «(leges) nullae sumptae sunt» , y Claudio Saturnino, autor del fragmento conservado en D. 48. 19. 16 . Según su planteamiento, dos juristas distintos habrían escrito sendas obras con el mismo título. Por otra parte, en el apartado de juristas de cuyas obras no se han extraído fragmentos, pero que son citados por otros en las Pandectas, Labitte recoge a Quinto Saturnino . Otro de los afortunados con el privilegio de haber accedido al códice florentino, Antonio Agustín (1517-1586), autor de uno de los más importantes ensayos palingenésicos, el célebre De nominibus propriis publicado en 1579 , se manifiesta en otro sentido. Agustín afirma en su relación de juristas que los nombres de Claudio y Venuleyo Saturnino corresponden a la misma persona, e incluso que deben identificarse también con Quinto Saturnino, jurista citado en varios pasajes del Digesto. De este modo, según Agustín, existiría un único jurista que llevaría por nombre «Quinto Claudio Venuleyo Saturnino». El humanista español, con fundamento en el texto de Lampridio, mantiene además que nuestro jurista era discípulo de Papiniano y consejero de Alejandro Severo . A la hipótesis de Agustín se suma un clásico de la historia de la literatura jurídica, Jean Bertrand (Ioannes Bertrandus; 1527-1594), pues señala que Claudio y Venuleyo son el mismo jurista, pero no comparte la opinión de identificarlo con Quinto Saturnino . Asimismo, siguiendo a Agustín, mantiene que Claudio Venuleyo Saturnino fue discípulo de Papiniano y consejero de Alejandro Severo . Una posición contraria a Agustín, en la línea de Labitte, es la esgrimida por Guido Panziroli (Guidus Pancirolus; 1523-1599) . Según este autor, estaríamos ante dos juristas distintos: uno, Claudio Saturnino, que vivió bajo Antonino Pío, y al que se le asigna en los Digesta un fragmento con la inscriptio De poenis paganorum (i.e. D. 48. 19. 16), y otro, Venuleyo Saturnino, bajo Alejandro Severo, el cual confunde con el anterior el autor del Index Florentinus por el cognomen de Saturnino. Así, concluye Panziroli, son treinta y nueve los juristas cuyos escritos se han utilizado en las Pandectas, y no treinta y ocho, como cree el autor del Index Florentinus. Dentro de este periodo es necesario traer también el parecer de Jacques Godefroy (Iacobus Gothofredus; 1587-1652), habida cuenta del prestigio que alcanzó una de las obras romanísticas más difundidas de todos los tiempos: el Manuale Iuris. Godefroy sigue en buena medida la opinión de Agustín, dentro de la exhaustiva successio iurisconsultorum de su libro, pues identifica a Claudio con Venuleyo Saturnino, aunque es verdad que guarda silencio sobre Quinto Saturnino. No obstante, se distancia de Agustín en la datación de Venuleyo Saturnino, al situarle en tiempos de Marco Aurelio y Lucio Vero . Contrario a Agustín, y en cierta medida partidario de Labitte, es el neerlandés Willem de Groot (Guilielmus Grotius; 1597-1662), hermano del famoso Hugo, quien completa la conocida trilogía de las «Vidas de los juristas romanos» en 1690. Groot sostiene que Quinto, Claudio y Venuleyo son tres juristas distintos, y respecto a Claudio Saturnino (sub divus Pius et divis Fratres) señala que le corresponde la autoría de D. 48. 19. 16. Según el neerlandés, nada obsta a su hipótesis lo que aparece en el Index Florentinus, donde se atribuye el liber de poenis paganorum a Venuleyo Saturnino, pues el Catalogus Pandectis praefixus no es de fiar, ya que en unas ocasiones se han omitido obras de juristas citados en las Pandectas, y en otras se encuentran obras de las que luego no se ha hecho mención . Groot, además, fundamenta su hipótesis en una observación que había pasado desapercibida hasta entonces: mientras que la inscriptio de D. 48. 19. 15 se atribuye a Venuleyo Saturnino, la siguiente, correspondiente con el fragmento 16, texto que nos ocupa, se asigna a Claudio Saturnino. Según Groot, si el fragmento 16 fuera del mismo jurista que el fragmento anterior, debería haberse señalado con un simple «idem» en la inscriptio, como sucede en los casos similares de los Digesta, y no escribiendo el nombre del jurista . De Quinto Saturnino llega a conjeturar, por otra parte, que tal vez puede tratarse del hermano de Claudio, y en consecuencia, le ubica en el mismo periodo. Johann Gottlieb Heinecke (Ioannes Gottlieb Heineccius; 1681-1741) publica en 1731 un pequeño pero controvertido Programma de variis Saturninis iureconsultis , en el que pretende cerrar la discusión en torno a los Saturninos. En primer término expone un status quaestionis con las opiniones de los principales estudiosos, exposición que cierra con una desafortunada crítica a Agustín, anticipando de este modo su parecer. Se sirve para criticarle de un fragmento traído con muy poco acierto, correspondiente a las Heroides de Ovidio , en donde se recuerda que Gerión, monstruo de triple forma y dueño del ganado de Iberia, tenía tres cuerpos en uno solo. De este modo, Heinecio es partidario de distinguir tres juristas: Claudio Saturnino, Venuleyo Saturnino y Quinto Saturnino. De Claudio Saturnino dice que debió vivir bajo el periodo de los divi fratres Marco Aurelio y Lucio Vero. Y añade, apoyándose en una inscripción publicada por Gruter , que tuvo como praenomen Marcus. A Venuleyo Saturnino lo sitúa en tiempos de Caracalla, siguiendo expresamente así la opinión de Panziroli. Continúa �curiosamente sin citar ahora a Groot � señalando que el criterio más claro para diferenciar a Venuleyo de Claudio Saturnino queda patente en el hecho de que Triboniano no ha empleado en los fragmentos 15 y 16 del título De poenis la partícula «idem», la cual utiliza cuando dos fragmentos seguidos corresponden al mismo nombre. En consecuencia, según Heinecio, existieron dos juristas, M. Claudio Saturnino y Venuleyo Saturnino, distintos de un tercero, Quinto Saturnino. Como es sabido, el tránsito del siglo XVII al XVIII está marcado por los estudios romanísticos desarrollados en las universidades de los Países Bajos. En el ámbito de la historia de la jurisprudencia destaca en este momento el neerlandés Abraham Wieling (1693-1746), quien publica dos ediciones de su célebre Iurisprudentia restituta: la primera en 1727 , y la segunda en 1739 . En esta última, Wieling diferencia a Quinto Claudio Saturnino (sic) (sub Antoninis), autor de un liber singularis de poenis paganorum recogido en D. 48. 19. 16, de Quinto Venuleyo Saturnino (sic) (sub Alexandro Severo ab uc. saeculo X exeunte), autor también de un libro con el mismo título del que «(leges) nullae sumptae sunt». Además, individualiza a un Quinto Saturnino, que recoge en el elenco de juristas que in Pandectis inter jurisconsultos nominantur . Por último, la conocida Palingenesia de Carl Ferdinand Hommel (Carolus Ferdinandus Hommelius; 1722-1781), precursora en buena medida de la de Otto Lenel, sigue en gran parte a Labitte. En el tomo II de 1767, Hommel distingue a Saturnino, al que le asigna el texto de D. 48. 19. 16 , de Venuleyo, a quien le atribuye, entre otras obras, una con el título de poenis paganorum liber singularis, de la que dice «ex hoc nullae supersunt» . Sin embargo, en el Index iurisconsultorum Hommel identifica a Quinto Saturnino con Venuleyo, pues remite en la voz «Saturnino Quinto» (sic) a la de «Venuleyo». 2.???STATUS QUAESTIONIS EN LA ROMANÍSTICA MODERNA Esta discusión doctrinal fue retomada con especial intensidad a finales del siglo XIX y principios del XX. Como ya se ha puesto de manifiesto, las posibilidades interpretativas que se habían manejado hasta ese momento eran básicamente dos: o bien el fragmento se atribuye, como lo hace la propia inscriptio, a Claudio Saturnino, entendiendo que Venuleyo es un jurista distinto, o Claudio y Venuleyo son la misma persona. A lo que hay que añadir que Quinto Saturnino pueda identificarse con cualquiera de los dos juristas anteriores o, incluso, tratarse de un personaje distinto. Esta última circunstancia ha provocado que la doctrina en este periodo se divida �como ya sucedió en siglos anteriores� en tres grupos básicos de opinión. Un sector doctrinal se ha manifestado partidario de la hipótesis de Antonio Agustín, y cree que los tres nombres estarían haciendo referencia a la misma persona que llevaría por nombre Quinto Claudio Venuleyo Saturnino. A favor de esta teoría se han mostrado, entre otros, Fitting , Otto Karlowa y, el más influyente de todos, Otto Lenel en su Palingenesia . Otros defienden la tesis contraria: los tres juristas, Claudio, Venuleyo y Quinto son tres personas distintas . El argumento es el mismo que ya había esgrimido Willem de Groot casi siglo y medio antes, esto es, que puesto que el Index contiene numerosos errores no es impensable que el autor del Índice hubiera confundido a Claudio con Venuleyo, sobre todo si se tiene presente que la paternidad de D. 48. 19. 15 sí puede atribuirse con seguridad a Venuleyo y que, en consecuencia, si el fragmento 16 fuera del mismo autor en la inscriptio debería haberse señalado con un simple idem y no mencionando de nuevo al jurista . Por último, otro grupo aboga, sin embargo, por identificar a Quinto con Claudio o con Venuleyo . Además, como sabemos, hay un conjunto de textos que mencionan únicamente a un Saturninus, lo cual añade más incertidumbre a esta cuestión. Evidentemente, la atribución de estos pasajes depende de la postura que se adopte en relación a la identificación o no entre Quinto, Claudio y Venuleyo . También se ha sostenido que D. 48. 19. 16 no puede atribuirse a Venuleyo por la incompatibilidad de las características lingüísticas del texto con las de los fragmentos donde sí es seguro que su autor es Venuleius Saturninus. En este sentido, Kalb mantiene que Claudio debe datarse como muy pronto en la época de Papiniano, mientras que Venuleyo sería un contemporáneo de Marcelo . Con una argumentación similar, pero rechazando el discurso y las conclusiones del autor alemán , se ha manifestado recientemente Cannata . Una vez expuestas de forma esquemática las posiciones doctrinales sobre la identificación de Claudio, Venuleyo y Quinto, nos encontramos con el siguiente inconveniente: la datación del autor de D. 48. 19. 16. No es necesario referir aquí, siquiera de manera sucinta, todas las opiniones que ha vertido la doctrina sobre el asunto, pues, como se expondrá más adelante, se trata de una cuestión meramente incidental. Me limitaré en este punto, en consecuenc ia, a señalar que los que abogan por una identificación positiva de estos juristas utilizan los datos relativos a Venuleyo para situar al autor de D. 48. 19. 16 entre la época de los Antoninos y los Severos . Por otra parte, en relación al sector doctrinal que defiende que Claudio y Venuleyo son dos personajes distintos, a pesar de que algún autor se aventura a proponer alguna hipótesis de datación en relación al primer jurista, entiendo que del análisis de los datos hasta ahora referidos no hay base alguna en D. 48. 19. 16 que permita verter una opinión fundamentada al respecto. En este sentido, Kunkel sentenciaba la polémica de la siguiente manera: «Das unter seinem Namen überlieferte Fragment de poenis paganorum (D. 48. 19. 16) bietet für eine Datierung keine Anhaltspunkte» . Llegados a este punto, no creo necesario insistir en la dificultad de obtener conclusiones convincentes en relación a la identificación y datación del autor de D. 48. 19. 16 con los elementos de valoración hasta ahora manejados . Sin embargo, sí parece conveniente destacar que el debate doctrinal sobre la identificación del autor del liber singularis de poenis paganorum se ha seguido construyendo durante siglos básicamente sobre los mismos pilares interpretativos. De esta forma, resulta sorprendente constatar que desde el siglo XV la discusión científica sobre esta cuestión se ha desarrollado en una suerte de círculo vicioso del que parece imposible escapar. El motivo principal es más que evidente: con los parámetros hasta ahora manejados no se puede llegar a una conclusión convincente, pues las dos opciones interpretativas fundamentales son, en principio, igual de verosímiles. Cierto es, sin embargo, que se ha añadido algún elemento nuevo de valoración, como el análisis de las características lingüísticas del texto, pero el resultado no ha variado en exceso, pues son argumentos que se muestran poco consistentes. De esta manera, es interesante observar que ninguno de los autores citados haya recurrido a realizar un análisis sustancial en profundidad del contenido del fragmento. En efecto, los elementos valorativos que la doctrina ha manejado tradicionalmente se han referido a cuestiones formales o externas al texto, como la inscriptio, el Index Florentinus o el estilo gramatical del autor. Esta circunstancia, sin embargo, no debe sorprender en exceso, dada la evolución de los estudios del derecho penal romano. En efecto, hay que tener presente que la ciencia romanística no inició una corriente de estudios sobre diversos aspectos de derecho sustancial, y bajo el prisma de la evolución histórico-procesal, hasta la primera mitad del siglo XX , lo que provocó que durante mucho tiempo la doctrina evitase pronunciarse sobre el contenido del fragmento. El objeto de este trabajo será, en consecuencia, realizar un análisis sustancial exhaustivo del fragmento para comprobar si del mismo se puede obtener información sobre la datación e identificación del autor.

¿SOMOS TODOS ENFERMOS MENTALES? . MANIFIESTO CONTRA LOS ABUSOS DE LA PSIQUIATRÍA (FRANCES, ALLEN)
Antes, una persona podía penar el duelo de la pérdida de un ser querido durante un largo tiempo y eso se entendía; en la actualidad, más de unas semanas ya se considera un trastorno depresivo, y qué decir del síndrome de déficit de atención, del síndrome del comedor compulsivo? Todo el mundo conoce las preocupaciones, decepciones, fracasos? Estos desafíos están asociados con una vida ?normal?. Sin embargo, la tendencia actual es considerarlos ?trastornos mentales? que requieren tratamiento médico. ¿Somos todos ya enfermos mentales? se pregunta en este libro Allen Frances, quien dirigió durante años el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM), biblia de la psiquiatría mundial, en donde se definen las enfermedades mentales, se enumeran los síntomas y se hacen los tratamientos específicos. Ahora, alarmado ante la deriva que lleva el nuevo DSM, lanza un grito de advertencia, esta vez para todos, porque a todos nos afecta. La psiquiatría está perdiendo de vista la diferencia entre lo normal y lo patológico. Bajo la presión de las empresas farmacéuticas en particular, no está lejos de considerarnos a todos nosotros locos, buscando sanarnos a toda costa. Hay que reaccionar nos dice, salvemos a la gente normal?

EL MANICOMIO QUÍMICO: CRÓNICA DE UN PSIQUIATRA RECALCITRANTE (CIPRIANO, PIERO)
El manicomio ya no está hecho de correas, muros, barrotes, cerrojos. Se ha vuelto indefinido, invisible, se ha trasladado directamente en la mente, en las vías neurotransmisoras que regulan el pensamiento. El manicomio químico lleva a cabo una crítica severa de los dogmas principales de la psiquiatría «moderna», empezando por el diagnóstico, esto es, la urgencia burocrática de considerar cualquier malestar psíquico como «enfermedad», y la consiguiente e inevitable prescripción de un medicamento. Y, cuando ya los medicamentos no bastan, vuelve el uso oculto de las correas y del electrochoque. Este es el nuevo manicomio, menos visible, más discreto: diagnóstico y psicofármacos dominan la escena. El autor recoge narraciones y ensayos de sus experiencias de «psiquiatra recalcitrante»

HUMANISMO Y ÉTICA BÁSICA (SEPÚLVEDA DEL RÍO, IGNACIO)
¿Por qué hablar de humanismo hoy? Vivimos en un mundo altamente tecnológico: Internet, ordenadores, tablets, smartphones? Todo parece estar diseñado, teóricamente, para que como seres humanos podamos tener una vida mejor, facilitándonos el acceso a la información y a la comunicación instantánea. Pero pareciera que en la época de la tecnología, el ser humano y sus relaciones tendieran a esconderse: aunque el ideario de nuestras sociedades democráticas y pluralistas nos prometen la igualdad y la libertad, muchas veces nos encontramos con que las condiciones de posibilidad para que estas se puedan vivir de manera plena no se dan en la realidad. De manera similar sucede con la fraternidad: en nuestras sociedades se vive un exceso de individualismo que nos ciega ante la preocupación por el otro y por el entorno. Este libro -inspirado en la larga tradición humanista de la Compañía de Jesús- intenta ofrecer una reflexión sobre la persona y su relación con la sociedad y con la ética. La pregunta fundamental que guía esta reflexión es cómo podemos construir una sociedad humana (en el sentido más profundo del concepto) que tenga en cuenta la búsqueda del bien común, el respeto a los otros, a la naturaleza, y la pregunta por la trascendencia. Ignacio Sepúlveda del Río es Doctor en Filosofía Moral y Política por la Universidad de Valencia y licenciado en teología por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesor de Humanismo y Ética Básica y de Éticas Profesionales en la Universidad Loyola Andalucía. Sus principales líneas de investigación tienen que ver con religión en el espacio público, religión y globalización y ciudadanía y democracia.

ABUELO MAMUT . UNA HISTORIA FAMILIAR DE LA HUMANIDAD (BÖGE, DIETER)
El abuelo Mamut, nuestro antepasado común, se sienta al fuego de su cueva y nos cuenta cómo será el futuro de la gran familia a la que pertenecemos todos. Conoce, de la mano del abuelo Mamut, la historia de los seres humanos, desde la Edad de Piedra hasta nuestros días; observa las distintas formas de vida de nuestros antepasados y descubre cómo sus actividades e inventos fueron marcando el curso de nuestra existencia en todo el planeta. En un ágil recorrido, con sugerentes ilustraciones y gran sentido del humor, entenderemos aquello que nos ha definido como humanos: los aciertos y también algunos errores que provocan el enfado de este inmortal narrador.

EL HUMANISMO EUROPEO . NUESTRAS RAÍCES (AMENGUAL COLL, GABRIEL / MAGALHÃES, GABRIEL / TORRALBA ROSELLÓ, FRANCESC)
En este pequeño libro, que recoge las conferencias celebradas en el marco de la Cátedra de Pensamiento Cristiano del Obispado de Urgell, queremos presentar las bases filosóficas del humanismo europeo, convencidos que este humanismo no solo está vigente, sino que es imprescindible para el futuro. Exploramos sus raíces cristianas, griegas y modernas y, también, presentamos los principios básicos que lo articulan. Entre estos principios tiene una especial relevancia el reconocimiento de la dignidad inherente a todo ser humano y el respeto que se deriva de este reconocimiento. En la última parte, exploramos las críticas al humanismo europeo y la respuesta que se puede dar a estas ideologías emergentes.

EL LUGAR EN MÍ . XVIII PREMIO DE POESÍA CIUDAD DE SALAMANCA (MANILLA, ANTONIO)
Entre la incertidumbre del futuro y la nostalgia de un tiempo ido, que abren y cierran El lugar en mí, se mueven las composiciones incluidas en este poemario que toma su título de unos versos del Nobel irlandés Seamus Heaney. Con una concepción circular, este libro de poemas fuertemente enraizados en el paisaje del tiempo sugiere que, ante el carbón sin esperanza de una tierra en abandono, la voz del transcurso de las estaciones aún ofrece refugios de esplendor al resguardo de lo mínimo para aquellos que se atreven a atenderla. Un vínculo entre pasado y promesa, equilibrio y concordia, habitable como el amor. Con este poemario, Antonio Manilla ha obtenido el XVIII Premio de Poesía Ciudad de Salamanca.

EL PASTOR MENTIROSO (SAMANIEGO, FÉLIX MARÍA)
Cuentos de verdades y mentirasCinco cuentos que inciden en las consecuencias de las mentiras y los engaños. Son adecuados para hacer comprenderque no está bien obtener algo con engaños ni reírse de la buena fe de los demás. Verdades que se premian y mentirasque se castigan. Cuatro historias de siempre que nos instruyen y nos hacen disfrutar.

LA CIGARRA Y LA HORMIGA (SAMANIEGO, FÉLIX MARÍA)
Cuentos de las estacionesCuatro historias de antaño, que tienen relación con las estaciones: cestos de fresas de primavera, hormigas que trabajan enverano, olor de castañas y boniatos tostados en otoño, y bosques de abetos cubiertos de nieve en pleno invierno. Narracionesque nos harán reflexionar sobre actitudes tan humanas como el cariño, el deber y la responsabilidad, el compañerismo y lanecesidad de sentirse útil.

LO SAGRADO EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD (RIES, JULIEN)
Desde Fustel de Coulanges hasta Mircea Eliade, la presencia de lo sagrado en las religiones ha suscitado el interés de etnólogos, historiadores, teólogos y sociólogos. Hasta la época moderna, lo sagrado ha ocupado un lugar central en la historia de la humanidad. «Lo sagrado ---afirma J. Ries--- es la percepción de una realidad que supera al hombre y que constituye para su vida una dimensión nueva». Lo sagrado es, pues, una dimensión esencial de la propia racionalidad; eliminarlo artificialmente es caer en una cruel irracionalidad. El autor de este libro, después de presentar el abanico de las grandes orientaciones de la investigación desde el siglo XIX, intenta abrir una nueva vía en la aproximación a lo sagrado. Apoyándose en la semántica histórica, aborda la expresión de lo sagrado en el lenguaje y comportamiento del homo religiosus. De este modo el lector podrá entrar en un diálogo con el hombre religioso indoeuropeo, hitita, griego, romano, sumerio, babilónico o musulmán.

HISTORIA ILUSTRADA DE EUSKAL HERRIA . DE LA PREHISTORIA A LA ROMANIZACIÓN (ALZUETA , MARTIN / ASIRON SAEZ, JOSEBA)
¿Cómo era la vida de nuestros antepasados en los refugios paleolíticos y su feroz lucha contra el oso cavernario? ¿Qué aspecto tenía el soldado vasco más antiguo conocido? ¿Cómo fueron los primeros asentamientos vascones, la masacre del dolmen de Longar, el primer contacto con los romanos o la destrucción del poblado berón de La Hoya? Fruto de una ardua labor de investigación y con unos textos que ceden su espacio a unas cuidadas ilustraciones, esta excepcional obra recrea, por vez primera en imágenes, los más importantes episodios históricos de Euskal Herria, poniendo rostro y situación a las y los verdaderos protagonistas de nuestra historia. Un auténtico salto cualitativo en la noble tarea de rescatar, para el futuro, los paisajes humanos de nuestro pasado.