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La reforma del Código Penal, en virtud de la Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo, supone un terremoto para jueces, fiscales, abogados y profesores universitarios en la medida en la que, a la vista de su extensión, obliga al jurista a adentrarse por una jungla de preceptos nuevos de los que no es posible apreciar, en una primera aproximación, cuál es el alcance de la reforma y cuáles son sus novedades frente a la legislación penal que se deroga. Y es que, en efecto, junto a artículos nuevos en los que la única variación es que se elimina la palabra "falta" -ya que, a partir de ahora, queda suprimido el Libro III-, entre los restantes objeto de nueva redacción el arco se extiende, desde aquellos que apenas añaden novedad alguna, al lado de otros que suponen una modificación importante o, en muchas ocasiones, una radical frente a la legislación hasta ahora vigente. Pero sea la que sea la opinión que nos merezcan estos caprichos reformadores, nuestra obligación es respetarlos y acatarlos, porque han emanado de un legislador democrático y la tarea urgente reside ahora en desentrañar cuál va a ser el contenido, a partir de la entrada en vigor, el 1 de julio de 2015, del nuevo Derecho penal. Para emprender esta tarea pocas personas tan cualificadas como el autor de este libro, José Luis MANZANARES, ya que en él concurren toda una serie de virtudes que le hacen especialmente idóneo para que el especialista pueda tener una primera visión del alcance y de las novedades de la reforma. José Luis MANZANARES es, en primer lugar, un destacado científico del Derecho penal, profesor titular de Universidad y autor de una importante y dilatada obra investigadora. Pero es que, además, ha sido también un eminente práctico, contribuyendo desde 1986, como magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, a la elaboración de la jurisprudencia de mayor rango en la aplicación de las normas penales. Finalmente, y como consejero permanente del Consejo de Estado, y como único especialista en Derecho penal del mismo, ha tenido una muy importante influencia en la redacción del dictamen preceptivo al correspondiente Anteproyecto que, finalmente, se ha convertido en la presente amplia modificación del Código Penal, objeto del análisis de este libro.


En abril de 1999, once representantes de las mayores empresas alimentarias de Estados Unidos se reunían a puerta cerrada para debatir acerca de la creciente epidemia de obesidad y cómo actuar frente a ella. Una pregunta flotaba en el aire: ¿Ellos eran de algún modo los responsables? A lo largo de los años, los fabricantes de la industria alimentaria se han disputado la primacía en el sector elevando, cada vez más, las cantidades de sal, azúcar y grasa en los alimentos que producen. Unos ingredientes cuyo uso deliberado han estudiado y controlado metódicamente, basándose en estudios científicos que demuestran que actúan sobre nuestro cerebro proporcionándonos un placer adictivo similar al que generan drogas como la cocaína. Michael Moss, prestigioso periodista de investigación, dedicó cuatro años de su vida a indagar en distintas compañías entrevistando a científicos y publicistas, entre otros, y visitando laboratorios y departamentos de marketing para descubrir las «tácticas ocultas» que tiene uno de los sectores, en mayor medida responsable de nuestra salud, para engancharnos a sus productos. Con todo ello, Moss ha escrito este libro en el que describe cómo la industria manipula los alimentos para que nos convirtamos en adictos a sus elaboraciones y que, tras leerlo, hará que te lo pienses dos veces antes de comprar según qué cosas.




Reunidos en una pequeña caja, los siete libritos agrupados en esta pequeña colección son en realidad una primera biblioteca. Cada librito tiene como tema una color (el azul, el verde, el amarillo, el rojo, el rosa, el marrón y el negro) representado por diferentes objetos cercanos al universo de los niños (un tomate y una fresa para el rojo; un limón y un pollito para el amarillo...). Un hombrecillo salta de página en página dándole vida a estos elementos.


La guia didàctica conté les programacions, les orientacions i solucionari, materials complementaris i propostes d'avaluació.
Nueva edición de esta obra fundamental de Henri de Lubac, con un nuevo prólogo de Valentí Puig: «El lector de El drama del humanismo ateo regresa una y otra vez a una de las verdades cristalinas del prólogo: 'No es verdad que el hombre, aunque parezca decirlo algunas veces, no puede organizar la tierra sin Dios. Lo cierto es que, sin Dios no puede, en fin de cuentas, más que organizarla contra el hombre'. Vivimos un tiempo en el que hay que tener muy en cuenta, con Claudel, que la verdad no tiene nada que ver con el número de personas a las que persuade. Un cristianismo de choque --dice Lubac-- no puede ser un cristianismo de fuerza». Con un estilo penetrante y lúcido, Henri de Lubac traza en este libro la semblanza espiritual de tres filosofías, centradas en tres hombres decisivos para la cultura moderna: Comte, Feuerbach y Nietzsche. Las doctrinas de estos tres pensadores inspiran tres filosofías de la existencia social, política e individual, que hoy ejercen una influencia considerable sobre la vida misma. Humanismo positivista, humanismo marxista y humanismo nietzscheano son, más que un ateísmo propiamente dicho, un antiteísmo, y más concretamente, un anticristianismo, por la negación que hay en su base. Por opuestos que sean entre sí, sus mutuas implicaciones, ocultas o manifiestas, son muy grandes y tienen un fundamento común, consistente en la negación de Dios, coincidiendo también en su objetivo principal de aniquilamiento de la persona humana. A los nombres de Comte, Feuerbach y Nietzsche se añade, en el estudio de Henri de Lubac, el nombre de Dostoievski, con su imponente testimonio a favor de la fe. Dostoievski no es más que un novelista. No ofrece en modo alguno un sistema. No aporta ninguna solución a los tremendos problemas que plantea a nuestro siglo la organización de la vida social. Pero de sus obras, de la magia incomparable de su literatura, se desprende con hiriente claridad esta verdad: que si el hombre puede organizar la tierra sin Dios, sin Él no puede organizarla más que contra el hombre; que el humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano. ¿No es la historia contemporánea la confirmación trágica de esta intuición?