La mañana del 10 de marzo de 1926, un hombre que asegura padecer amnesia es arrestado por robar en un cementerio de Turín. Tras ser declarado un peligro para sí mismo y para los demás, lo ingresan en el manicomio turinés de Collegno. Al poco, en La Domenica del Corriere se publica una foto del desmemoriado bajo el titular «¿Quién lo conoce?». Esposa y allegados no tardarán en identificarlo: es Giulio Canella, profesor universitario desaparecido en la guerra. Sin embargo, pruebas irrefutables, entre ellas las huellas dactilares, lo identifican como Mario Bruneri, tipógrafo turinés perseguido por robo y estafa. ¿Quién es en realidad? ¿Acaso finge amnesia para evitar la cárcel? ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar sus familiares en la batalla legal que se desata? Sciascia ofrece una lúcida reflexión sobre la identidad al tiempo que reconstruye con agudeza los hechos verídicos del juicio Bruneri-Canella, que, convertido en un «teatro de la memoria» y de los engaños del recuerdo, conmocionó a toda Italia.
En marzo de 1978, las Brigadas Rojas secuestraron al político democristiano Aldo Moro y, en mayo de ese mismo año, lo asesinaron, conmocionando a toda Italia. Leonardo Sciascia, por entonces diputado del Partido Radical, participó en la comisión parlamentaria que investigó los hechos, y, en agosto de 1978, «en caliente», escribió El caso Moro. Mientras que políticos y periodistas afirmaban, cobardemente, que las cartas escritas por Moro desde el cautiverio eran obra de un loco o fruto de la coacción, Sciascia las interpretó con rigor y perspicacia. A partir de unas palabras de su amigo Pasolini, para quien Moro era el «menos implicado» de los políticos italianos, Sciascia aborda la lectura de las cartas tomando como guía el relato borgiano Pierre Menard, autor del «Quijote», y, a imitación de Auguste Dupin, el investigador creado por Poe, trata de identificarse con los protagonistas: Moro y las Brigadas. Al hilo de las cartas, reconstruye una trama de pensamientos y hechos que es, hasta el momento, lo que mejor permite comprender ese terrible episodio de la historia italiana.
En El mar color de vino la historia que da título a este volumen de relatos, el ingeniero Bianchi, un italiano del norte, viaja por primera vez a Sicilia. En el compartimento del tren conocerá a una típica familia de la isla: una pareja de maestros, que no dejan de hablar ni de importunar al viajero, con sus niños, descarados e inquietos, y la joven que viaja con ellos, reservada y tímida pero perspicaz; el ingeniero, atento a la realidad que se desvela ante sus ojos, analizará con agudeza a la sociedad siciliana y sus contradicciones... En 1973, el propio Sciascia seleccionó, de entre sus cuentos escritos entre 1959 y 1972, estos xxx relatos para confeccionar, en sus propias palabras, «una especie de sumario de lo que ha sido mi actividad hasta ahora, que muestra (y no oculto que me siento hasta cierto punto satisfecho, dentro de mi más general y constante insatisfacción) que en estos años he seguido mi camino... y que entre el primero y el último de estos cuentos existe una especie de circularidad, que no es la de la pescadilla que se muerde la cola».
En 'Adorable Stendhal' han sido recogidos, cuidados por la mujer, María Andrónico Sciascia, todos los textos de Leonardo Sciascia, dispersos en libros, revistas y periódicos, sobre el escritor francés. Escritos que, a menudo, tienen como pretexto alguna relación con personajes sicilianos y con Sicilia -adonde Stendhal siempre quiso ir y nunca pudo-. Por lo tanto, Sicilia y los personajes sicilianos que Stendhal encuentra o que habría podido encontrar, suscitan el gran interés de Sciascia. ¿Qué es este 'adorable Stendhal' para el laico y lógico, iluminista Sciascia? Para Sciascia es el codearse con los territorios del amor, de la pasión, del instinto, de la vanidad, de la ligereza, de la galantería, del lirismo, pero también de la furia, de la violencia, de la transgresión. Es así que Sciascia, a través de Stendhal, abandona la Francia de las Luces y vuelve a la Italia del instinto y de la fantasía creadora. Sciascia rompe esa geometría cartesiana, aquella geometrización de la que habla Leopardi a propósito de la lengua francesa y se sumerge en el mundo stendhaliano, disfrutando, 'adorando' al feliz Virgilio que lo conduce a través de aquellos seductores territorios que en su escritura -escritura de compromiso civil, de rigor moral, de firme y cristalina geometría- se negaba. Este libro nos revela el Sciascia que hubiese querido y no pudo ser, el Sciascia stendhaliano.
El 8 de noviembre de 1913 (1912+1, como escribió en cierta ocasión D¿Annunzio para exorcisar el número fatídico), en San Remo, la condesa Tiepolo, esposa de un capitán de los Bersaglieri, mata de un disparo al asistente de su marido, Quintilio Polimanti, quien, según la condesa, había intentado forzarla sexualmente. El proceso no tendrá lugar hasta cinco meses después. A pesar de la debilidad de los argumentos de la defensa, las incongruencias y las comprobaciones contradictorias, se salvaguardará finalmente el sacrosanto concepto de la familia.Leonardo Sciascia, con la penetración que le caracteriza, ha utilizado este caso judicial para reflexionar acerca de uno de los temas que más la han obsesionado siempre : la Justicia. En un estilo conciso y al mismo tiempo disgresivo, revisará y profundizará en un período apasionante de la historia italiana : aquel de la abierta oposición al divorcio, la guerra de Libia, los futuristas y Pirandello.
Profecía sobre la corrupción política y la degradación de la convivencia civil, El Honorable es un texto clave para valorar el tema del poder y la justicia en la obra de este gran narrador italiano de nuestro tiempo.
Los dos primeros cuentos, «La tía de América» y «La muerte de Stalin», son el retrato satírico de una población como la siciliana, dejada de la mano de Dios después de la segunda guerra mundial, y dividida entre las edulcoradas promesas del American Way of Life y la gran esperanza comunista. «El quarantotto», sinónimo en Sicilia de desorden y barullo, nos sitúa en 1848, año en que llega, con el creciente espíritu de unificación y nacionalismo, la «revolución» a un pueblo perdido de la isla italiana. Finalmente, «El antimonio» acerca inesperadamente, debido a las nefastas circunstancias de la época, Italia a España : un minero italiano, llevado por la necesidad y el hambre, se ve obligado a enrolarse en las filas fascistas que luchan durante la guerra civil al lado de Franco. Ironía y paradoja salpimentan en todo momento estos relatos de juventud del gran escritor italiano.
Una aburrida tarde de agosto, el farmacéutico de un pequeño pueblo siciliano recibe un anónimo en el que le amenazan de muerte y al que, sin embargo, no da importancia. Pero, días después, el farmacéutico muere asesinado en el monte junto a otro respetable lugareño, el médico Roscio. Mientras los rumores causan daños irreparables, y la policía y los carabineros dan palos de ciego, sólo Laurana, un anodino pero culto profesor de instituto, sigue una pista que tal vez conduzca hasta el asesino. Ha descubierto que el anónimo estaba confeccionado con palabras recortadas de un diario católico y conservador, L?Osservatore Romano, pues su logotipo, Unicuiquesuum ?«A cada cual, lo suyo»?, figura en el reverso de los recortes. Y se lanza a hurgar no sólo en la vida de las víctimas, sino también en la de los vecinos suscritos a ese diario. Incapaz de ver el peligro al que le abocan sus hallazgos, Laurana se convertirá en el protagonista de esta brillante novela policiaca donde la Verdad mide sus fuerzas frente a los intereses de los poderosos.
La mañana del 10 de marzo de 1926, un hombre que afirma padecer amnesia es arrestado por robar en un cementerio de Turín. Tras ser declarado un peligro para sí mismo y para los demás, lo ingresan en el manicomio turinés de Collegno. Al poco, en La Domenica del Corriere se publica una foto del desmemoriado bajo el titular «¿Quién lo conoce?». Esposa y allegados no tardarán en identificarlo: es Giulio Canella, profesor universitario desaparecido en la guerra. Sin embargo, pruebas irrefutables, entre ellas las huellas dactilares, lo identifican como Mario Bruneri, tipógrafo turinés perseguido por robo y estafa. ¿Quién es en realidad? ¿Acaso finge amnesia para evitar la cárcel? ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar sus familiares en la batalla legal que se desata? Sciascia ofrece una lúcida reflexión sobre la identidad al tiempo quereconstruye con agudeza los hechos verídicos del juicio Bruneri-Canella, que, convertido en un «teatro de la memoria» y de los engaños del recuerdo, conmocionó a toda Italia.
El Consejo de Egipto es la historia de una impostura. En el siglo XVIII, en la alejada Palermo hasta la que también llegan los aires y las luces de la Razón, un orondo personaje, el abateVella, va a poner en entredicho los más conservadores y arraigados cimientos de la sociedad siciliana. Para congraciarse con la Sacra Real Majestad de Nápoles, el clérigo, ávido de riquezas, finge traducir un códice de la época de la dominació árabe en Sicilia. Lo que está haciendo, sin embargo, es inventar, con talento de escritor y conocimientos de humanista, ElConsejo de Egipto, documento que va a sembrar el terror entre los nobles al descubrir al mundo que los privilegiuos de la aristocracia carecen de legitimidad histórica. Como en tantas otras ocasiones, la anéctota de la formidable estafa servirá a Leonardo Sciascia para llevar a cabo una irónica y siempre lúcida reflexión sobre la naturaleza y contradicciones de los hombres.