La filosofía occidental ha pensado la realidad con las categorías de forma y materia, o si se quiere, de lo activo y lo pasivo. Aristóteles así lo hizo; también Santo Tomás; también Kant; también Husserl. Para los antiguos, la categoría de ?naturaleza? era el gozne de todas las causas: la formal, la material, la eficiente, la final y la ejemplar. El texto latino del profesor portugués João Poinsot (Juan de Santo Tomás 1589-1644), aquí traducido bajo el título ?La naturaleza y las causas?, pone de relieve el papel de esas causas en el orden físico, presidido por el concepto de naturaleza, entendida como un principio radical de movimiento y de adquisición. Embebido en la cosmología o física aristotélica, el nervio filosófico de este escrito nos invita a no distraernos, a volver con nuevas investigaciones ?aportadas por la ciencia moderna? al centro mismo del relato filosófico, de modo que la naturaleza quede articulada con sus causas; y viceversa. Aspectos que posibilitan también la comprensión de lo que se llama, en el ámbito moral, ?ley natural?. En la Introducción general se contextualiza brevemente el contenido orgánico de estas cuestiones.
Izeba Pauliren urtebetetzea da. Jonasek opari polit bat dauka eta gaur bertan eman nahi dio. Amak ezetz erantzuten dio, igandean joango direla. Jonasek, ordea, gaur nahi. Eta hor abiatuko da, inork ikusi gabe, izeba Pauliren etxera, salto batean itzultzeko asmoz. Baina ez da hain erraza salto batean itzultzea. Ez horixe.
Los protagonistas de los espectáculos de la Antigüedad romana (aurigas, actores, gladiadores, cazadores y atletas) eran ídolos de masas y, por tanto, piezas claves en la política imperial del panem et circenses. El auge del cristianismo propició que en el siglo III algunos de estos populares personajes decidieran acercarse a esta religión debido a factores de diversa índole. Sin embargo, las jerarquías eclesiásticas consideraban a los juegos una de las mayores expresiones de la idolatría y de la inmoralidad, por lo que exigieron a sus protagonistas la renuncia a sus artes antes del acceso al catecumenado. La obligatoriedad y heredabilidad de determinados oficios, típicas del Bajo Imperio, alcanzaron también a las profesiones lúdicas a lo largo del siglo IV, lo que supuso un problema añadido. En efecto, al convertir el oficio lúdico en una ocupación obligatoria y además hereditaria, el emperador impedía a todos estos profesionales abrazar el cristianismo si así lo deseaban. Esto resultaba particularmente espinoso en un momento en el que el soberano había adoptado esta religión como credo personal. Para salvaguardar sus relaciones con la Iglesia, el monarca promulgó leyes que permitían abandonar su actividad a todos aquellos profesionales lúdicos que se bautizaran. Con todo, la posterior aparición de aurigas y actores que continuaron ejerciendo su oficio tras el bautismo plantea una contradicción que ha generado múltiples debates entre los especialistas y a la que se intenta responder en este libro. Contamos con abundantes ejemplos, verídicos y legendarios, de aurigas y actores convertidos; unos pocos siguieron corriendo y actuando tras su conversión; otros, en cambio, abrazaron la vida ascética, con lo que devinieron modelos de vida sacrificada ante los ojos de sus correligionarios.
Este libro aporta reflexiones sobre la pintura, la arquitectura, el diseño, los mapas, el uso de las TAC, la escultura y la música. En él se respira a Pitágoras, Barents, Durero, Leonardo da Vinci y Ghyka, pero también a Rafael, Botero, Dalí, Oldemburg, Borrás, Van der Lan, Le Corbusier y muchos otros artistas. Se decide hablar de proporciones desde lo geométrico y numérico, porque es un tema recurrente y fecundo en esta conexión entre lo artístico-cultural y lo matemático, que ha apasionado a toda la humanidad. Dirigido a un público amplio, con la ayuda de un discurso fácil y gran profusión de imágenes, las experiencias han sido pensadas para convencernos de que todos podemos conectar, mediante las proporciones, el arte y la matemática.
La evaluación PISA está rodeada de varias paradojas. La más llamativa es que, a pesar de su popularidad, de su presencia periódica en los medios de comunicación y de la cantidad de veces que se cita, es muy poco conocida. De los miles de páginas de análisis que ha generado PISA, la mayor parte de la gente solo tiene noticia de unas tablas con resultados, que interpretan casi como si fueran la clasificación de una liga de fútbol de la educación internacional. Otra paradoja es que PISA es una evaluación. No propone objetivos, contenidos o métodos pedagógicos, pero allí donde se implanta tiene repercusión y se van realizando modificaciones en el sistema educativo para ajustarse a las demandas de la prueba. Parece escandaloso que modifiquemos nuestra forma de trabajar la lectura y la comprensión para que el alumnado rinda mejor en PISA, pero igual eso no es tan malo si resulta que la prueba de competencia lectora de PISA está bien enfocada y es exigente. El caso es que PISA propone un modelo de competencia lectora muy completo y actualizado. Conseguir que el alumnado se vuelva hábil en los procesos de lectura que evalúa PISA requiere un trabajo largo y cuidadoso. En este libro, Juan C. Ripoll nos propone pasar del entrenamiento para la prueba (practicar con los ítems liberados de PISA) a conocer cuáles son los procesos que se evalúan y qué tipo de estrategias y actividades se pueden emplear para desarrollarlos. Dicho de otra forma, su propuesta pasa del enfoque de hacer algo para mejorar los resultados en PISA a utilizar el modelo de competencia lectora que propone PISA para mejorar las habilidades de comprensión del alumnado de enseñanza secundaria.