Con la perspectiva que da el paso del tiempo, la figura del escritor colombiano José Asunción Silva (1865-1896) se ha convertido en el símbolo perfecto de los conflictos del artista frente a la sociedad burguesa del Fin de Siglo, y su trayectoria vital e intelectual, en una ejemplar manifestación de la crisis espiritual que acompaña la transición del siglo XIX al XX. Su obra, como su vida, fue breve, y se publicó tarde, pero, por estética y espíritu, cronológica y sensitivamente, compartió con la de sus compañeros de generación (la que habría de transformar la sensibilidad de la época, inaugurar la independencia literaria de Hispanoamérica y, de paso, configurar el primer gran «boom» de las letras del continente: el Modernismo) una rigurosa conciencia de artista moderno, cosmopolita y en constante evolución, que buscó y produjo una literatura que integra las diferentes tendencias estéticas e ideológicas de su época, que se muestra innovadora respecto a las que la precedieron y que resultó estimulante para las que habrían de sucederla.
La transición hacia el modernismo en Hispanoamérica es a la vez ruptura y creación, un modo de acceder a la cultura universal de Occidente. Esta situación supone un proceso de tensión que da lugar a una relativa inseguridad respecto a los modelos. Tal vez este sea el origen de la oscilación de Silva entre un pre y un posmodernismo, con avances y retrocesos que complican su demarcación. Su poesía inicial conservada en el cuaderno Intimidades, nos muestra a un autor claramente romántico, con una profusa influencia becqueriana. Ghiano afirmaba que Silva se situaba fuera del Modernismo guardando sólo cierta vinculación con el simbolismo, que le lleva a relacionarse con la poesía pura.(Introducción de Rocío Oviedo y Pérez de Tuleda)
Con la perspectiva que da el paso del tiempo, la figura del escritor colombiano José Asunción Silva (1865-1896) se ha convertido en el símbolo perfecto de los conflictos del artista frente a la sociedad burguesa del Fin de Siglo, y su trayectoria vital e intelectual, en una ejemplar manifestación de la crisis espiritual que acompaña la transición del siglo XIX al XX. Su obra, como su vida, fue breve, y se publicó tarde, pero, por estética y espíritu, cronológica y sensitivamente, compartió con la de sus compañeros de generación (la que habría de transformar la sensibilidad de la época, inaugurar la independencia literaria de Hispanoamérica y, de paso, configurar el primer gran «boom» de las letras del continente: el Modernismo) una rigurosa conciencia de artista moderno, cosmopolita y en constante evolución, que buscó y produjo una literatura que integra las diferentes tendencias estéticas e ideológicas de su época, que se muestra innovadora respecto a las que la precedieron y que resultó estimulante para las que habrían de sucederla.
La transición hacia el modernismo en Hispanoamérica es a la vez ruptura y creación, un modo de acceder a la cultura universal de Occidente. Esta situación supone un proceso de tensión que da lugar a una relativa inseguridad respecto a los modelos. Tal vez este sea el origen de la oscilación de Silva entre un pre y un posmodernismo, con avances y retrocesos que complican su demarcación. Su poesía inicial conservada en el cuaderno Intimidades, nos muestra a un autor claramente romántico, con una profusa influencia becqueriana. Ghiano afirmaba que Silva se situaba fuera del Modernismo guardando sólo cierta vinculación con el simbolismo, que le lleva a relacionarse con la poesía pura.(Introducción de Rocío Oviedo y Pérez de Tuleda)