Si al despertarse, Simón Corona se hubiera vuelto a su casa, los crímenes de Las Poquianchis habrían permanecido ocultos. Pero el destino tenía escrita otra historia. El reencuentro con Serafina Baladro, su amante, le costará a Simón Corona cuarenta y ocho balas de calibre reglamentario, y aún así se librará de la muerte. Pero también le valdrá una confesión ante el inspector Teódulo Cueto: una vez ayudó a Serafina y a su hermana Arcángela a trasladar el cadáver exhumado de una mujer. La obra maestra de Jorge Ibargüengoitia es la extraordinaria recreación de un caso real que conmocionó el México de los años sesenta, cuando aparecieron varios cadáveres de prostitutas en distintas propiedades de las dos madame, dueñas de tres burdeles. Las muertas está construida a partir de diversos testimonios, voces que se reúnen para dar forma a un universo literario único.
«La ley de Herodes: o te chingas o te jodes» reza un vulgar y conocido dicho mexicano. Jorge Ibargüengoitia, agudo observador de las actitudes y los hábitos sociales de su entorno, adopta el espíritu entre humorístico y frustrado de este refrán para elaborar una serie de ingeniosas historias en las que el narrador protagonista se convierte en víctima de las circunstancias y de la arrogancia, la mezquindad, la falta de respeto o las mentiras de sus compatriotas. Los cuentos de La ley de Herodes, escritos con un estilo muy elaborado y un regocijante sentido del humor negro, se convierten así en preciadas muestras del enorme talento de Ibargüengoitia para captar el trasfondo de los comportamientos humanos y sociales.
Para defenderse de una serie de injustas calumnias, José Guadalupe Arroyo, un antiguo militar retirado, decide echar la mirada atrás y poner por escrito los recuerdos que guarda sobre algunos de los hechos de la historia reciente del país de los que fue testimonio. El siempre espléndido escritor Jorge Ibargüengoitia optó en su primera novela por narrar unos acontecimientos rigurosamente históricos, pero quiso cambiar los nombres principales de sus protagonistas y observarlos a través del prisma desmitificador de la sátira, con lo que consiguió diseccionar con inusual brillantez algunos de los sucesos más significativos de una de las últimas páginas del proceso revolucionario mexicano.
Tras cuatro largos mandatos presidenciales, el tirano de la pequeña isla caribeña de Arepa planea eternizarse en el cargo, ya sea manipulando a su antojo las leyes o bien eliminando sin escrúpulos a cualquier persona que pueda suponer un obstáculo en su camino. Entre las filas de la oposición, cada vez más arrinconada y con menos poder, acabará planteándose una solución extrema: hay que acabar con el presidente cueste lo que cueste. Y, naturalmente, no va a ser tarea fácil.