Es innegable que está produciéndose un cambio cultural profundo y desconcertante, una transformación radical en la visión del mundo y en la interpretación de la existencia humana. Este cambio cultural deja fuera de juego versiones de la fe cristiana que hoy no son ya de recibo. Ante la nueva situación cultural los cristianos debemos conocer bien el núcleo permanente de nuestra fe que sólo se desvela en la historia cambiante. Con este propósito, y adoptando como título la llamada del papa Juan Pablo II a la Iglesia en Europa, "Volver a Jesucristo", el autor modela el perfil del cristiano en nuestro tiempo: una persona convencida, que se ha dejado alcanzar por el espíritu de Jesucristo y gusta de la cercanía benevolente de Dios que a todo da vida y aliento.
Este libro quiere despertar el deseo ardiente de buscar, de contemplar, de escuchar y de poner en práctica la Palabra de Aquel que revela la ternura de Dios y la presenta, como un regalo, a todos los habitantes de la tierra. Este libro quiere difundir la alegría de conocer a Jesús y de vivir su presencia a través de una existencia ofrecida por amor a su imagen y semejanza.
Un libro de iniciación a la Cristología que tiene la finalidad de facilitar a un amplio circulo de personas un mayor conocimiento de la maravillosa riqueza y la profundidad insondable del misterio de Cristo.
Creer en Jesús de Nazaret como el Mesías, Señor e Hijo de Dios, implica una confesión de fe que toca lo nuclear del cristianismo. Pero ¿Qué supone creer en Jesús como el Cristo? ¿Qué podemos saber de él, a nivel histórico, con certeza? ¿Qué significado antropológico tiene su mensaje y persona?... A estas y otras acuciantes preguntas intenta responder la presente obra, en diálogo y de la mano de dos de los cristólogos contemporáneos más importantes e influyentes: O. González de Cardedal y J. I. González Faus.
La pasión es "el hecho de Jesús" por exelencia, la "hora" determinante de su vida; el cáliz, más amargo que el ajenjo, que hubo de beber; el tramo final del compromiso adquirido voluntariamente ante Dios que tuvo que recorrer sin volver la vista atrás (Rm 8, 32). En el hecho de Jesús confluyeron su responsabilidad personal, el amor salvador del Abba que la aceptó emocionado y la incomprensión del hombre que fue incapaz de valorar uno y otro. Los relatos evangélicos nos ofrecen una narración detallada, seguida y coherente, de su condena, pasión y muerte. Pero no lo hacen en forma de crónica ni de acta notarial. Refieren los acontecimientos desde el prisma de la fe en el Resucitado; lo que hicieron los hombres y lo que hizo Dios: a este Jesús, "vosotros" lo matasteis, "Dios" lo resucitó. El dato histórico, en su escueta y cruda dureza, ha de tomarse como fundamental y está en la base de toda elaboración posterior. Pero no menos cierto que llega a nosotros ya interpretado en función de la percepción de cada evangelista y de la situación de las comunidades cuyas tradiciones recoge. Nosotros hemos de proceder de forma paralela e interpretarlos también desde nuestra hora. Esta obra de Felipe F. Ramos es una exelente guía para leer, con sentido actual y con actitud creyente, los relatos que nos transmiten la pasión de Aquel a quien los cristianos confiesan como Nuestro Señor Jesucristo.
Sobre la base de un evidente conocimiento teológio e inspirado en su viva experiencia de fe y en una originalísima espiritualidad, el famoso teólogo de Friburgo, Karl Lehman, medita en alta voz acerca de la poderosa fuerza que se desprende del mensaje de la Cruz y la Resurrección de Jesucristo.Evidentemente, el simple optimismo naufraga cuando lo que está en juego es nada menos que el sentido mismo de la existencia humana.La esperanza cristiana se acredita precisamente porque asume el conflicto con la finitud, la culpa, el dolor y la muerte del hombre.La pasión y la resurrección de Jesucristo representan la inagotable plenitud de sentido del "Sí" absoluto de Dios a los hombres. La verdadera esperanza, sin embargo, adquiere su fuerza no sólo por el hecho de mirar al futuro, sino ante todo porque acepta objetivamente el presente.Por otra parte, el mensaje de la resurrección constituye el fundamento último de nuestro coraje para vencer la intolerancia, la dureza de corazón y el odio y, a pesar del sufrimiento y la incomprensión, tomar posesión del Bien, que tiene un solo nombre: Jesucristo.
Un canto a la caridad, con las notas que describe San Pablo, y una obra maestra de la teología pastoral. San Alfonso invita a amar a Jesucristo con todas sus consecuencias, en correspondencia al amor que el Señor nos tiene.
La necesidad de ligar y conciliar el mundo espiritual con el universo donde habita la armonía de Dios como piedra angular de la belleza, lleva al poeta a establecer "su mundo" desde donde inicia la construcción de su propio edificio para abrir la ventana de las oscuridades a la luz, y la elevación de lo cotidiano a las comarcas de la belleza celestial; así en el principio era el Verbo, de qué le sirve ganar al hombre hasta el mundo entero, la fe confirma la ley, si hablase todas las lenguas, qué cosa será el amor, cómo lo puedo entender, si a Dios quisieras pintar, tanto amor jamás he visto, adoro a un Dios que no veo, la salvación es un hecho, el amor, el odio, la muerte, todas las pequeñas y grandes cosas que hacen de cada hombre y de cada mujer, en las manos de Dios, seres irrepetibles. El aporte que Joel Suarez ha hecho para la difusión y conocimiento de nuestra doctrina luterana, quizás ha pasado desapercibido en gran medida; su carácter humilde y altruista así lo ha querido. Los poemas que se presentan en este libro, además de reflejar el alma de un poeta, tienen una amplia base doctrinal centrada en la Palabra. Joel conoce las circunstancias históricas que se daban hace quinientos años, cuando Martín Lutero emergió como un gigante para preservar la verdadera doctrina de Cristo y librarla de las garras que la habían deformado y de qué manera. Ahora estampa a nivel de décimas la esencia del cristianismo. Su lectura, entonces, a través de la diversidad de voces y tonalidades, puede deparar inesperadas sorpresas al recuperar o reencontrar esos parajes del espíritu que alguna vez perdimos. Es muy grato redescubrir a través de este libro la sensibilidad espiritual de un hombre especial; una sensibilidad que merecía ser presentada de la forma apropiada, para compartirla con muchos creyentes más.