En esta obra maestra, publicada en 1923, Cocteau nos muestra a través de Thomas, su propia experiencia en el París de la Primera Guerra Mundial. Recién publicada, fue calificada de escandalosa por una sociedad para la que la guerra era un asunto sagrado que debía quedar al margen de cualquier mirada irónica o crítica. Cocteau se disfraza, y por medio de la impostura de su personaje, crea una realidad distinta de la que le tocó vivir. El relato nos va ofreciendo una serie de acontecimientos tan irreales como sorprendentes y en los que Thomas, un muchacho de dieciséis años dotado de una especial personalidad, no tiene más que jugarlos, provocando en los personajes que le rodean una irresistible confianza y atracción.
Jean Cocteau (1889-1963) resume en su fértil actividad creadora todos los aciertos y contradicciones de la primera mitad de nuestro siglo. Su obra nos transmite la vitalidad de una existencia hecha para la imagen y la alquimia a partir de la fantasía y el ensueño. " Los Niños terribles " plantea el imposible acuerdo entre realidad e imaginación, placer y deber, orden y aventura, Eros y Thanatos. Su doble estructura, lineal y circular a la vez, recrea las claves de la antigua tragedia en la levedad de unos niños que se niegan a ser adultos.
Adentrarse en la personalidad y en la producción artística de Jean Cocteau (Maisons Lafitte 1889 ? Milly-la-Forêt 1963) significa vivir dentro de un sueño que, de pronto, se convierte en realidad. Él mismo se definió: soy la mentira que dice siempre la verdad. El trabajo fue el verdadero opio de Jean Cocteau, y su secreto artístico, pesado y grave, continúa dormitando en una recámara de difícil acceso. Injustamente acusado de diletante, detrás del cínico poseur se percibe el semblante sufriente de un poeta trágico cuyo arte poliédrico está conectado con la misma esencia. Este año 2013 se cumple el cincuenta aniversario de la muerte del Príncipe de los Poetas, valga su onomástica para hacer aún más relevante la edición de Le cordon ombilical, redactado en Marbella en 1961.
Esta primera novela de Jean Cocteau de 1919, todavía inédita en español, es un verdadero experimento transgresor y significó su nacimiento como escritor. Cocteau nos ofrece un montaje de textos, acompañados por un centenar de dibujos de trazos sorprendentes y de inspiración cubista. En esta particular novela gráfica Cocteau nos presenta una obra poblada de seres fabulosos, enigmáticos e irreales, algunos de los cuales de una crueldad aterradora: los sanguinarios y voraces Eugènes que devoran a una ingenua y aburguesada pareja de recién casados, los Mortimer; el cocodrilo que se come a mordiscos a Odilia, en un poema declamado por la Faringe, otra criatura extraña; el Minotauro que invita a Teseo a visitarle y a hacerle compañía; y, por supuesto, El Potomak, ese enigmático monstruo que vive en un acuario situado en los sótanos de la iglesia de La Madeleine.
Los libros de cine no abundaban en 1946. Tal vez por ello las agudas anotaciones de Cocteau decidieron la vocación de varios futuros cineastas. Un tal Jacques Rivette toma tras la lectura de este libro la decisión de montar al tren que lleva de Rouen a París para hacer películas; un tal Jean-Luc Godard se lo regala años des pués a Anne Wiazemsky, diciéndole que es el mejor libro sobre cine que conoce. Pero, en contraste con el aspecto feérico de la historia, los detalles que Cocteau consigna son a menudo los más grisáceos. A la economía de posguerra se suma el efecto que en la salud de Cocteau tuvieron los trabajos pesados del cine. ¿Qué había en las fatigas narradas en este libro que, pese a todo, acertaba a colocar el cine por encima de lo demás en la imaginación de sus jóvenes lectores?