Dave Robicheaux ha devuelto su placa de policía, ha dejado Nueva Orleans y no es más que un detective retirado en la tranquila Luisiana. Allí, con la ayuda de su mujer, está logrando superar la pesadilla de la guerra de Vietnam y vencer su adicción al alcohol. Pero un día, un avión se estrella en las aguas del golfo y él presencia el accidente. Logra salvar con vida a una niña, a quien decide ocultar. El motivo es que todos los ocupantes del avión accidentado, que han fallecido, eran ilegales, y Robicheaux y su esposa no están dispuestos a entregar a la pequeña a las autoridades. Sin embargo, el detective muy pronto descubrirá que no solo los agentes de inmigración están interesados en la misteriosa jovencita.
Nueva Orleans era una canción que sucumbió bajo las olas. La catástrofe era tan inmensa, tan omnipresente, que costaba creer que toda aquella destrucción hubiese sobrevenido en sólo veinticuatro horas. Pero el Katrina no fue lo peor. Una mezcla de hombres de negocios, mafiosos y psicópatas, todos juntos y revueltos. Y los más impredecibles y peligrosos, aquellos que no aparecen en el radar: los criminales amateurs. En una ciudad bajos las aguas, un enorme campo roturado de cadáveres, tres jóvenes negros saquean un barrio residencial de blancos. Entran en la vivienda equivocada y roban, sin saberlo, el botín de sus vidas. Lo que no saben es que su infierno ha acabado de comenzar.