Un clásico de las novelas de caballerías del siglo XVI por la que elpropio Cervantes sentía un aprecio reverencial. La edición se presenta modernizando la ortografía de su edición original (Toledo 1547- 1548)
En la década de 1930, en Praga, un joven aprendiz de camarero, Jan, logra su primer trabajo dispuesto a convertirse en dueño de un hotel e ingresar en el selecto club de los millonarios. Listo y ambicioso, todo lo supeditará a alcanzar el éxito y el reconocimiento social. Pero el punto de vista de Jan es a menudo equivocado: se casa con una alemana que adora a Hitler justo cuando las tropas nazis entran en Praga, y se convierte en millonario justo cuando en su país se implanta el comunismo. Con un brillante sentido del humor y escenas hilarantes, Hrabal nos cuenta las picarescas peripecias del joven camarero quien, como el buen soldado Svejk, pone en evidencia el absurdo de la vida cotidiana y de los personajes con los que se encuentra. Como Svejk, la aparente idiotez de Jan esconde una aguda inteligencia que le permite sobrevivir a los acontecimientos históricos más dramáticos del siglo XX: la invasión nazi de su país, la Segunda Guerra Mundial y la llegada del comunismo. Comedia y melancolía, ambición y resignación, se mezclan en esta novela inolvidable coronada con un bellísimo final. Como ha dicho de Hrabal su traductora y biógrafa, Monika Zgustova, «ninguno de sus lectores puede resistirse a la magia de su narración en primera persona y al atractivo de sus personajes inauditos, estrafalarios, originales, esos quijotes de la cotidianidad». Con la publicación de esta nueva traducción de Yo serví al rey de Inglaterra, Galaxia Gutenberg inicia la recuperación en español de las mejores obras de Bohumil Hrabal, considerado por Milan Kundera como el mejor escritor checo contemporáneo.
Un clásico de las novelas de caballerías del siglo XVI por la que elpropio Cervantes sentía un aprecio reverencial. La edición se presenta modernizando la ortografía de su edición original (Toledo 1547- 1548).
Carmen de Burgos (1867-1932) fue una figura de gran importancia en la vida literaria española del primer tercio del siglo XX. Se convirtió en la primera redactora de un periódico (Diario Universal) con columna diaria y representó el pensamiento libre, modernizador y europeísta del momento. En innumerables artículos y en tres grandes libros depositó el recorrido que la llevó por toda Europa y por varios países de América. Tras la guerra civil, todos sus libros fueron prohibidos. Como escritora, nació a la literatura con un impulso noventayochista y evolucionó en contacto con todas las corrientes que se sucedieron a lo largo del primer tercio del siglo XX, desde sus vínculos con los narradores realistas o con los escritores modernistas, hasta su participación en la corriente vanguardista encabezada por Ramón Gómez de la Serna, su compañero sentimental durante dos décadas. A partir de los años veinte, su defensa del racionalismo, su creciente preocupación estética y su labor erudita la acercaron a la corriente novecentista y al grupo de intelectuales que protagonizaron la llegada de la República.
Los Soliloquios fueron escritos por George Santayana entre 1914 y 1921, y pueden leerse de forma independiente, aunque unos llevan a otros. Su estilo empuja suavemente al lector, como el Támesis invocado al comienzo, desde la atmósfera inglesa hasta el mito de Hermes, deteniéndose en los castillos de nubes, en los esnobs, en los efectos de la Gran Guerra, en las ironías del liberalismo o en las oscilaciones de la filosofía británica. Platón y Aristóteles, Matthew Arnold y William Wordsworth, Goethe y Shakespeare, el pensamiento hindú y la mitología griega, el paisaje castellano y la literatura española, el psicoanálisis y la nueva física adornan este recorrido. Atrapado en Oxford por el estallido de la guerra, pero sin verse implicado en ella dada su ciudadanía española, Santayana pasea, lee a Dickens y medita sobre Inglaterra, el mundo y sus ilusiones. Teje así un impresionante tapiz donde se entrecruzan referencias a España y Alemania, a la muerte y a la posible revolución. Con su característica escritura a varias voces, Santayana desvela a la vez el carácter británico y su propio hombre interior en un libro intemporal. El tono de estos Soliloquios lo indica el mismo Santayana en el prólogo cuando afirma que él sería el primero «en detestar su palabrería si no fuera por cierta felicidad espiritual que parece alentarlos y redimir su irrelevancia».