Guillermo de la Dehesa nos introdujo en su anterior libro, Comprender la globalización, publicado en Alianza Editorial, en este controvertido proceso que está transformando el mundo. Ahora, en GLOBALIZACION, DESIGUALDAD Y POBREZA trata de desmontar algunas de las falacias que giran en torno al mismo y que agitan todo tipo de debates. Su tesis principal, en contra de la opinión generalizada, es que la globalización tiende a reducir la pobreza y la desigualdad en el mundo. Lo demuestra con una profusión de datos económicos, históricos, sociológicos y políticos, y una claridad pedagógica, como ya es habitual en el autor que atrapan al lector desde la primera línea aunque no sea un experto en la materia. La globalización está reduciendo la pobreza y la desigualdad en el mundo gracias a los pilares en los que se sustenta: la mayor apertura externa de los países y la movilidad creciente entre ellos de los flujos tecnológicos, de bienes y servicios, de inversión y migratorios. Estos factores están favoreciendo la progresión en las instituciones políticas, económicas y sociales de los países menos desarrollados, lo que permite que aumente su crecimiento y su bienestar. Sin embargo, hay una serie de factores que pueden dificultar este proceso y, temporalmente, aumentar las diferencias entre países y personas. Factores como la lentitud en la difusión de los avances tecnológicos, o los de carácter estructural y exógeno geográfico y demográfico y endógeno institucionales y políticos de cada país o región. Guillermo de la Dehesa advierte que todas las barreras contra la globalización y la solidaridad van a resultar costosas tanto a las economías de los países ricos como a las de los subdesarrollados. Según el autor, lo que realmente necesita el mundo es aumentar y profundizar en la globalización. Ya que la gran falacia es que los países pobres y en desarrollo son las «víctimas de la globalización» cuando en realidad son «víctimas de la falta de globalización».
Novena para celebrar la Jornada por la Vida unida a la solemnidad de la Anunciación del Señor. La defensa de la sacralidad de la vida humana no es, en primer lugar, un empeño ético, sino una consecuencia de adorar a Dios en espíritu y en verdad (Cf. Juan 4,23-24), de adorar a Aquel que envió al mundo a su Palabra para hacerse carne y acampar entre nosotros a fin de que pudiésemos contemplar su gloria (Cf. Juan 1,14).
Los cuentos del escritor nicaragüense Rubén Darío (Félix Rubén García Sarmiento, Metapa, 1867 - León, 1916) comparten las características del relato modernista en general: amplitud temática, libertad estructural, síntesis de registros discursivos, escasa sustancia anecdótica del argumento, cosmopolitismo, omnipresente subjetividad del narrador, exotismo espacial y temático, reincidencia de experiencias extrañas, mitificación de la realidad, insistente introducción de lo fantástico y lo maravilloso como modo de respuesta a una mentalidad utilitaria y cientificista. Los cuentos de Rubén Darío representan el fundamento desde el cual habrá de erigirse la narrativa contemporánea en Latinoamérica a través de las ficciones de Leopoldo Lugones y, sobre todo, de Horacio Quiroga. Estudio preliminar y cronología de Guillermo O. García
La devoción a la Virgen del Carmen está muy extendida sobre todo en las zona de mar. María es la Madre solícita que nos invita, con el signo del escapulario, a revestirnos de Cristo y a manifestarlo diariamente en la propia vida. La Virgen es, para los cristianos, la Guía segura en el camino de la santidad.
Edición crítica del intercambio epistolar entre ambos escritores, en total 114 misivas, incluidas varias escritas por o a sus respectivas compañeras, Norah Borges y Luisa Sofovich, a lo largo de casi 50 años.
"Reúne 91 misivas entre estos escritores que permiten seguir su evolución intelectual así como la fundación y vida de ""La Gaceta Literaria"", creada por ambos y básica para la literatura española del primer tercio del siglo XX."
En los últimos años, los estudios sobre los orígenes y formación de la civilización sumeria en la segunda mitad del IV milenio a.C. se han centrado en particular en la expansión exterior del llamado período de Uruk, que habría precedido directamente a la formación del estado sumerio en las tierras de aluvión de la Baja Mesopo¬tamia. La identificación de numerosas colonias de Uruk en el norte de Mesopotamia había llevado a los estudiosos a analizar este período clave (3900-3200 a.C.) desde la óptica de la periferia, basándose en los planteamientos de la teoría de los sistemas-mundo. El presente libro recupera el estudio de los procesos socioeconómicos y políticos dentro de la propia llanura aluvial, analizando los orígenes sumerios desde la óptica del centro, es decir, desde el núcleo central sumerio y las fuerzas que operaron en la Baja Mesopotamia en el marco de un comercio asimétrico con una vasta periferia, que le permitió acumular recursos, riqueza y poder gracias al sistema colonial más antiguo conocido en el mundo.
El presente volumen, tercero de la obra, abarca cuatro siglos sumamente densos en acontecimientos de importancia capital para el desarrollo de la filosofía. Una serie de mutaciones fundamentales, estrechamente enlazadas entre sí, determina un cambio profundo en todos los órdenes del pensamiento y de la vida, tanto individual como social. En el aspecto negativo se acentúa el alejamiento respecto a la Edad Media, inspirada hasta entonces en el espíritu cristiano. Los valores sobrenaturales son sustituidos por un concepto radicalmente naturalista del hombre y de la sociedad. La filosofía, el derecho, la política, se desligan del cristianismo y acentúan cada vez más su independencia y su sentido autónomo, al margen y en creciente oposición respecto de toda consideración de carácter trascendente. A su vez, dentro de la misma filosofa se opera una profunda disociación. Mientras que los «filósofos» continúan, con escasas variantes, agitando los problemas tradicionales, si bien con un espíritu ya muy distinto, a partir del siglo XVIII prevalece en los «científicos» el interés por la investigación de la naturaleza física, aplicando el método matemático y experimental. Partes de la ciencia, apenas esbozadas en siglos anteriores, adquieren entonces un desarrollo espectacular. Sin embargo, la línea de continuidad no se interrumpe. El Humanismo completa la labor medieval de recuperación de la Antigüedad. La escolástica se renueva y vive uno de sus periodos más ricos y fecundos. El nominalismo es el precursor inmediato del nacimiento de las ciencias experimentales. Pero, sobre todo, la fuerte corriente neoplatonizante derivada de la Edad Media atraviesa esos siglos en sus pensadores más destacados, a través de los cuales se transmitirá el hegelianismo y a sus derivaciones en el siglo XIX, contribuyendo a acentuar su contraposición a las «ciencias». De esta manera, el campo de la llamada «filosofa» se va restringiendo cada vez más, acabando por ocupar de hecho el lugar y la función que en la clasificación aristotélica correspondía a la teología como ciencia de la realidad trascendente.
La fe, la vida eclesial, la vida en el mundo... todo lo que somos y todo lo que hacemos son ocasiones para la reflexión y, más aún, para la oración. Para descubrir, en todo momento y en toda situación, la bondad de Dios que se nos manifiesta. Estas páginas quieren ser una ayuda en este descubrimiento. Un conjunto de reflexiones que alcanzan desde la contemplación de la Trinidad hasta la estima de nuestro mundo, conducirán al lector a profundizar en el camino del encuentro con Dios que es siempre fuente de gozo y de esperanza. Guillermo Juan Morado (Mondariz, Pontevedra, 1966), sacerdote diocesano de Tui-Vigo y doctor en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, es director del Instituto Teológico de Vigo, párroco de la parroquia de San Pablo y canónigo del Cabildo de Tui-Vigo. Ha publicado diversos libros y artículos, de teología y de espiritualidad.
La creencia de que el mercado nacional español se creó en el siglo XIX no es definitiva: se estaba formando mucho antes, en el siglo XVIII. Entre 1650 y 1800, la monarquía hispánica fue el escenario de una intensa pugna de Inglaterra y Francia por controlar y explotar el mercado peninsular. Para poner fin a ello, tras la Guerra de Sucesión, los reformadores ilustrados usaron a fondo el Estado para recuperar el retraso, introduciendo decididamente reformas económicas que, tras algunas décadas, volvieron a poner a España en condiciones de ocupar un puesto propio en el concierto de las naciones. En la nueva coyuntura expansiva, el desarrollo del mercado interior fue posible gracias a la acción de numerosas redes migratorias, sociales y mercantiles, que se movieron con éxito diverso. En el siglo XVIII en la católica España, los británicos, protestantes, no pudieron pasar de los puertos y hubieron de servirse, con éxito, de redes de intermediarios. Los franceses, católicos, usaron a fondo las redes mercantiles de su importante presencia migratoria, su peso político y sus densas relaciones con los grupos de navarros y vascos, pero empezaron a ser vistos por éstos como competidores y extranjeros. Y los catalanes, que pasaban a participar de una nueva identidad política común, aprovecharon ciertos factores a favor para, por primera vez, irrumpir con fuerza en el mercado interior peninsular.