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He pasado a la historia por ser un representante de la lucha entre la ciencia y las falsas creencias. Viví una etapa maravillosa de la historia, en que renació la curiosidad por la naturaleza y el saber. Entonces, en un breve espacio de tiempo, apareció el microscopio, con lo que penetramos en el mundo de lo diminuto, y sobre todo, el telescopio, que nos acercó a los cielos intocables.
Fui el pionero de método científico moderno. Mis trabajos hicieron progresar la física, las ciencias de los materiales y la astronomía.Los descubrimientos que hice con el telescopio revolucionaron la forma de estudiar el Espacio y el lugar del Hombre en el universo.
Dues obres d?exili de Bertolt Brecht en les quals un escenari llunyà en el temps li permet de presentar lliurement unes actituds prou conegudes en el nostre temps: l?abjuració de les pròpies conviccions a canvi de la supervivència i la impossibilitat que el poble pugui treure algun profit de la guerra. Amb pròleg de Ricard Salvat.
En 1610 GALILEO GALILEI (1564-1642) descubrió mediante el telescopio que la ordenación cosmológica de Copérnico era correcta, mientras que la antiquísima teoría de Ptolomeo, según la cual la Tierra se halla inmóvil en el centro del universo, resultaba insostenible, con lo cual saltó a la palestra como una doctrina física preñada de consecuencias filosóficas y teológicas. A partir de 1612, los ataques de los teólogos obligaron a Galileo a descender al terreno religioso para defender no sólo su ortodoxia católica, sino también la libertad de investigación y otras cuestiones éticas, filosóficas y políticas más generales. El principal resultado de esos esfuerzos, movidos en buena medida por el deseo de que la Iglesia no respaldara doctrinas erróneas y periclitadas, es la CARTA A CRISTINA DE LORENA, en la cual Galileo despliega su talento polemista y su genio intelectual. El volumen -traducido, prologado y anotado por Moisés González García- incluye otros textos galileanos de carácter polémico, como las cartas a Benedetto Castelli y a Monseñor Piero Dini, así como documentos relacionados con el célebre proceso de 1616. En esta misma colección: «El mensaje y el mensajero sideral» (LB 995), de Galileo y Kepler.
Estas lecciones sobre el infierno en la Divina Comedia fueron leídas públicamente por Galileo a pedido de la Academia Florentina y quedaron olvidadas hasta que, casi tres siglos más tarde, un investigador halló los manuscritos por azar. Su lectura muestra otro abordaje del clásico de Dante y un aspecto desconocido de la obra de Galileo. Las matemáticas son la base del correcto razonar, no sólo en lo que concierne al estudio y la comprensión de la naturaleza, sino también, y sobre todo, en la medida en que las verdades demostrables son accesibles y verificables mediante métodos matemáticos. Lejos de ser un mero bagaje de tecnicismos útiles o inútiles, el pensamiento científico es una cultura por derecho propio, saber e instrumento de saber, lenguaje y discurso. La distinción que se ha verificado entre los saberes llamados humanísticos y los científicos como si la ciencia no fuera un producto del hombre es el fruto más reciente del ansia de especialización típica de la carrera por el desarrollo tecnológico. En todo caso, esa distinción no existía en tiempos de Dante, cuando el conocimiento se dividía en trivium y quadrivium, pero cada disciplina contribuía por igual a la totalidad cultural. Ni existía aún tres siglos después, en tiempos de Galileo. La prueba son estas Dos lecciones ante la Academia Florentina acerca de la forma, la ubicación y el tamaño del infierno de Dante, leídas públicamente por Galileo entre 1587 y 1588, que aquí presentamos como pequeña contribución tendiente a confirmar que la cultura es una sola cuando está en la misma mente.
Este libro inició la ciencia moderna. Galileo se propuso cambiar la vieja visión física y filosófica, transformar el sentido común y la mentalidad que ahora consideramos pre-moderna. Este libro es a la vez de ciencia física y astronómia, y de epistemología, lógica y filosofía de la cultura. Está escrito en forma de diálogo para poder ofrecer la dialéctica entre la vieja y la nueva visión de la naturaleza.
Obra en la que Galileo intenta demostrar que la tierra se mueve, a través de la escenificación de unos diálogos que mantuvo con Sagredo, Salviati y Simplicio sobre este tema.