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Resultados de la búsqueda para: Freud Sigmund
Primer análisis infantil, este diálogo entre un padre y su hijo, comentado a posteriori por Freud, abre nuevos caminos al psicoanálisis. El «Análisis de la fobia de un niño de cinco años» es, ante todo, un caso de histeria de angustia. Hans, el niño edípico y fóbico, halla una solución a su angustia de origen pulsional, «que corresponde a una añoranza erótica reprimida», dándole un objeto y transformándola en miedo a los caballos. Pero descubre mucho más: con sus palabras, sus imágenes y sus sueños, este «pequeño investigador» saca a la luz lo que Freud llamará «complejo de castración» y las «teorías sexuales infantiles».
¿Se cierra una obra? Freud resume las adquisiciones teóricas y prácticas de los últimos años (Esquema del psicoanálisis) y consigna sus últimos pensamientos («Conclusiones, ideas, problemas»). Pero no habrá de cesar hasta el final de interrogarse sobre «la naturaleza de lo psíquico» («Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis»): lo psíquico que es «en sí inconsciente». El Esquema, menos «dogmático» de lo que parece, revela a un Freud siempre indeciso en cuanto al verdadero estatus del «ello» inconsciente; en ese texto, este «oscuro ello» se define una vez tras otra como pulsional y psíquico, hereditario e individual, primordial y reprimido. Una sola certeza, y estas serán las últimas palabras de la obra publicada: el ello es un «reino que está fuera del yo».
El yo y el ello es el libro de la segunda tópica, donde se introducen dos nuevas figuras: el ello (término tomado de Groddeck) y el superyó (el otro nombre del ideal del yo). Esta segunda tópica prolonga la primera (consciente, preconsciente, inconsciente); el yo, «esencia-superficie», ligado al sistema percepción-conciencia y vuelto hacia el mundo externo, es también un «ser fronterizo», que confluye con el ello (pulsional, inconsciente, pero también hereditario); de igual modo, el superyó, instancia moral y crítica, está también, como heredero del complejo de Edipo, más cerca del ello que del yo. Más que integrarla a ella, Freud injerta en esta nueva partición del aparato psíquico el segundo dualismo pulsional (Eros y pulsión de muerte).
Las cartas de Freud representan una de las correspondencias más importantes del siglo XX. El castellano fue la lengua en que apareció por primera vez (1922) la primera edición de sus Obras Completas. De nuevo es este idioma el primero en ofrecer, ahora, su correspondencia con un criterio cronológico. El resultado es una visión distinta de este conjunto de epístolas, hasta ahora aparecidas de modo disperso, por corresponsales. Los documentos están ordenados cronológicamente con notas críticas e históricas. Silberstein, Martha, Fliess, Jung, Abraham, Jones, Ferenczi, Binswanger y tantos otros aparecen mezclados en un apasionante fresco histórico.
Las cartas de Freud representan una de las correspondencias más importantes del siglo XX. El castellano fue la lengua en que apareció por primera vez (1922) la primera edición de sus Obras Completas. De nuevo es este idioma el primero en ofrecer, ahora, su correspondencia con un criterio cronológico. El resultado es una visión distinta de este conjunto de epístolas, hasta ahora aparecidas de modo disperso, por corresponsales. Los documentos están ordenados cronológicamente con notas críticas e históricas. Silberstein, Martha, Fliess, Jung, Abraham, Jones, Ferenczi, Binswanger y tantos otros aparecen mezclados en un apasionante fresco histórico.