Biografía apasionada, relato vivo y largo, ensayo, crítica literaria, todos los géneros y todos los sistemas asediando a Valle- Inclán, el autor impar de nuestro siglo y del 98, en un libro vertiginoso a veces, enlagunado de pensamiento otras, donde la prosa corre siempre avivada de intuiciones y fascinante de imágenes.Francisco Umbral ha conseguido, entre la vida y la obra, quedarse con el hombre. Aquí se estudia demoradamente una época, una trayectoria social y humana, del Simbolismo a la Revolución, pasando del ensayo literario al primor histórico, pero lo que nos queda, al fin, es la figura u la entraña valiente y fuerte, lírica y cruel, épica y sebtimental, de don Ramón María, quizá el hombre, el español más singular del siglo.Libro populoso, riquísimo de sabidurías, hallazgos, ideas e invenciones, que rompe las lindes del ensayo y la biografía llevadopor la prosa creadora, sabia y briosa de Umbral, que se mueve entre el rigor y la libertad de acción y pensamiento hastacuajar una obra única.
La adhesión de Federico García Lorca a las grandes razas malditas de Occidente ?gitanos, negros, homosexuales?, su desdoblamiento psicológico, su «radical tragicismo» y, finalmente, su muerte prematura y brutal, vienen a dibujar la figura de Lorca como la de un grande y nuevo «maldito», en el más profundo y menos peyorativo sentido del vocablo. Francisco Umbral nos ofrece una visión del autor absolutamente distinta de las usuales.
«Elegía de la belleza arrasada, canto por la madre muerta, El hijo de Greta Garbo encierra también una visión cáustica y crítica de la España vencedora de la guerra civil. La fábula proustiana se hace, deliberadamente, mucho más provincial; pero a cambio se enriquece con una notable dimensión histórica y política. Y así, la exaltación de la belleza y la maternidad resulta ser también la crónica de un tiempo miserable y despiadado», del prólogo de Miguel García-Posada.
Francisco Umbral en su 'Larra: anatomía de un dandy', coloca al malogrado periodista romántico a la cabeza de este movimiento con el que el propio Umbral, con dudosos resultados, coqueteó. En esta obra, el autor de 'Mortal y rosa' sitúa a Larra como dandi por su radical rechazo a lo convencional, a lo vulgar, a la estrechez de miras, a la tosquedad. «Tanto como una lección, su persona y su indumentaria son una respuesta a la zafiedad de los madrileños. La fría e insolente respuesta de un dandi», dirá Umbral de Larra. Hace hincapié Umbral en la cualidad dandi de Larra, equiparable a la de Lord Byron, en quienes se mezcla el perfil del genio romántico. La idea del artista en el siglo XIX implica a bohemios, dandis y genios románticos, tres arquetipos que a menudo se mezclan, como en el caso de Larra, que también fue dandi.
«Quisiera uno seguir refugiándose todos los días en estas páginas, que son al mismo tiempo una inmersión en el agua bautismal de la literatura y una huída hacia tiempos más felices o que ahora nos parecen tales, porque conservan un resol de juventud que se irá empalideciendo. Ahora comprendo que escribir unas memorias, aunque ligeras como éstas, es más metafísico y corazonal de lo que uno pensaba. Me cuesta dejar este libro porque me ha hecho mucha compañía durante los meses de su escritura. Y no porque haya pensado mucho en él, que no ha sido así, sino porque de pronto abrí un espacio inédito en mi vida, una cancha libre y aireada para correr en todas direcciones y de cualquier manera.»
Francisco Umbral se solía jactar de haber aprendido su oficio en el ejemplo de los poetas, y, aunque escribió poca poesía como tal, lo poético permea todos sus escritos, incluyendo sus libros ensayísticos y sus artículos de periódico. Además, heredero de autores como Larra y Valle-Inclán, Umbral estuvo obsesionado con la España contemporánea, Del 98 a Don Juan Carlos (1992). Por eso, le dedicó páginas incontables, con la peculiar perspectiva de su pluma subjetiva, descarnada, irreverente y con los típicos toques esperpénticos de un Museo nacional del mal gusto (1974). Entre todos los Suspiros de España (1975), a Umbral le fascinaron Los políticos (1976), casi como una atracción fatal. Así, mezclando la poesía con su inigualable capacidad para la crónica, en este libro se recopilan, diez años después de su muerte, textos escritos por Umbral sobre algunos de los políticos de más interés para la España actual, de Fraga a Jordi Pujol y de Felipe González a Rajoy. Para marcar la diferencia entre la belleza lírica de sus alabanzas y el agrio tono de sus ataques, estos textos se presentan aquí como retratos poéticos y antipoéticos. Francisco Umbral (Madrid, 1932-2007) es una de las figuras más importantes de la literatura española del siglo XX. Tras ganar el Premio de cuentos Gabriel Miró en 1964 por su libro Tamouré, su carrera fue en ascenso, hasta obtener el Premio Cervantes en el año 2000. Provocador y mediático, hizo un fascinante personaje de sí mismo, de pose dandy, en el que verdad y ficción se mezclaban vertiginosamente, a la manera de escritores admirados, como Quevedo, Baudelaire y Ramón Gómez de la Serna. Con una producción casi perpetua, publicó más de cien libros y colaboró con los periódicos nacionales más importantes, a razón de un artículo o más al día. Fueron muy conocidos sus periodos en El País, donde se convirtió en uno de los principales cronistas de la Transición, y El Mundo, en el que escribió desde 1989 hasta su muerte en una sección titulada Los placeres y los días. Su obra está marcada por el memorialismo del yo y es difícil de catalogar en géneros concretos. Junto a Mortal y rosa (1975), que suele señalarse como su mejor libro, pueden destacarse también Lorca, poeta maldito (1968), Las ninfas (1975), La noche que llegué al Café Gijón (1977) o Leyenda del César visionario (1991). Guillermo Laín Corona es profesor de Literatura Española en la Universidad Nacional de Educación a Distancia y dramaturgo. Doctor por la Universidad de Málaga (2009) y por University College London (2011), ha ejercido la docencia en varias universidades nacionales e internacionales, como la Universidad de Sevilla y Royal Holloway University of London. Estudia las relaciones entre literatura, historia y política en España desde el siglo XVIII y es especialista en literatura española del siglo XX, particularmente las obras de Gabriel Miró y Francisco Umbral. Asimismo, tiene intereses por la narrativa hispanoamericana y forma parte del grupo de investigación SELITEN@T, donde estudia la práctica escénica del teatro español actual. Tiene una larga trayectoria de publicaciones, incluyendo artículos académicos en revistas especializadas y varios libros, entre los que destaca su Retrato liberal de Gabriel Miró. También colabora para el diario El Español con artículos de divulgación cultural. Como dramaturgo, su obra Poderes extraños ha sido recientemente representada en el Teatro Lara de Madrid.
Francisco Umbral (1935-2007) inició su amplia producción bibliográfica, que ronda el centenar de títulos, en 1965 con "Balada de gamberros", una de sus obras menos conocidas. La prosa ágil y el diálogo fresco se imponen en esta novela corta sobre la iniciación en la vida, que muestra ya varios temas que reaparecen en su narrativa: la violencia y el sexo como grandes pulsiones humanas, la rebeldía como reverso de la frustración y una anquilosada ciudad de provincias sometida a la crítica por una juventud convulsa.
La prosa magistral de Umbral nos devuelve a ese adolescente que mira hacia el niño que ha sido y los trenes que se cruzan en su camino, un adolescente que crece al pasar las páginas y va cambiando su ilusión de ser sublime sin interrupción por el deseo de la mujer amada y el placer de compartir las aventuras con los amigos, en una noche de verano, en una atmósfera donde al negro se le transparentaba el azul. Una novela fresca y sugerente como sólo es la gran literatura. «Las ninfas vino a poner término a bastantes tópicos y a cierto tono, a muchas visiones estereotipadas, a no pocos clichés narrativos y, desde la radical eficacia de un lirismo amargo, puede decirse que clausuraba un período. Cambió su ?momento? y hoy lo sabemos.» Del prólogo de Gonzalo Santoja.
El sarcasmo, la ternura, la ironía de matices diversos, el recuerdo y la opinión se suceden en la prosa espontánea y precisa de esta crónica, irrespetuosa y arbitraria, poética y festiva, de un tiempo y un país. «La primera noche que entré en el Café Gijón puede que fuese una noche de sábado. Había humo, tertulias, un nudo de gente en pie, entre la barra y las mesas, que no podía moverse en ninguna dirección, y algunas caras vagamente conocidas, famosas, populares, a las que en aquel momento no supe poner nombre. Podían ser viejas actrices, podían ser prestigiosos homosexuales, podían ser cualquier cosa. Yo había llegado a Madrid para dar una lectura de cuentos en el aula pequeña del Ateneo, traído por José Hierro, y encontré, no sé cómo, un hueco en uno de los sofás del café.»
De todos los géneros literarios que cultivó Francisco Umbral, el de la poesía es el menos conocido por el lector. En este volúmen se reúne la poesía del reputado escritor, integrada por Crímenes y baladas, poemario que publicó en vida, junto con 126 poemas que aparecieron post mortem entre sus papeles y que componen la totalidad de su corpus poético. Muestran, a través de una gran variedad formal de metros y rimas, la diversidad de intereses del autor, así como el exigente uso del lenguaje que caracteriza a su escritura.Francisco Umbral (Madrid, 1932-2007) se dedicó desde los años sesenta a la literatura y el periodismo. Se le ha definido como «el mejor prosista en castellano del siglo». Su novela Mortal y rosa (1975) es considerada una de las obras maestras de la segunda mitad del siglo xx. Únanimemente aplaudido por público y crítica, galardonado con premios como el Príncipe de Asturias de las Letras o el Cervantes, fue un creador libre que acuñó un estilo propio e indiscutible.
«Francisco Umbral estaba poseído por los demonios de la escritura, que no le abandonaron nunca. Había sido siempre, desde niño, un profesional de lo suyo y nunca pensó en dedicarse a otra cosa. Tenía incluso, completando su personalidad, el gran tema que hace falta en una vida para no quedarse sin tema a mitad de camino. Amado siglo XX era el libro que tenía en la cabeza desde colegial, y todo ello resultaba monstruosamente prematuro en una personalidad como la suya, es decir, en un adolescente que al mismo tiempo trabajaba en sus estudio, iba al río con sus amigos y cambiaba de novia periódicamente.Amado siglo XX era un proyecto que había ido desarrollando Umbral sin estorbo de su vida cotidiana, pero asistido siempre por el beneficio de una idea que le protegía, que le personalizaba y, en reciprocidad, le iba esculpiendo como hombre. Amado siglo XX era un título que mantenía ese arranque efusivo hacia la vida y el tiempo. Se asomaba todas las mañanas al siglo XX, que era la realidad temporal del escritor.Su vida avanzaba con el mismo ritmo que su escritura. Hombre, vida y obra eran ya una tríada que se adentraba en los bosques de lo muy vivido y aquello estaba allí, eternizado y transeúnte en la misma medida que lo había edificado él. La nieve, pájaro de altura, estaba volviendo a sus cimas blancas y dejando nidos cada vez más altos sobre los techos ojivales de un siglo en decadencia. Umbral contempló su obra con sosiego y se tumbó a descansar.»
Diario de un noctámbulo son las colaboraciones radiofónicas que el entonces veinteañero Paco Umbral iba desgranando cada noche en las ondas. Un trabajo que ha permanecido inédito hasta ahora y cuya selección nos muestra ya la maestría literaria y vital del que llegaría a ser Premio Cervantes de las letras españolas. En estos textos aparece el joven escritor comprometido con el momento histórico y social en el que vivía. Cada noche un tema hablando directamente al oyente: la política local, las efemérides, el cine, los temas sociales o las vidas humanas de personajes anónimos locales. Todo le interesaba al joven Paco, que sabía que escribircon libertad era moverse ya en el filo de la navaja, puesto que la dictadura estaba en sus años de máximo control sobre los medios de comunicación.