Alex Hammond es un niño inteligente e independiente, pero sujeto a violentos accesos de rabia. Rebelde desde el divorcio de sus padres, Alex pasará su infancia huyendo de casas de acogida y reformatorios en la California de la Gran Depresión para ir en busca de su padre, un hombre deshecho e incapaz de ofrecer al hijo el hogar que necesita desesperadamente. Asistentes sociales bien intencionados, pero desconcertados por su comportamiento, y crueles figuras autoritarias se cruzarán en su camino y marcarán a fuego su carácter. Las atroces experiencias vividas en instituciones estatales, y las malas compañías, llevarán a un chico brillante, pero excesivamente impulsivo, a vivir según un código propio que chocará constantemente con el orden establecido y lo convertirá en un precoz delincuente. Considerada por Edward Bunker como su mejor novela, Little Boy Blue narra el conmovedor periplo de Alex Hammond de los once a los diecisiete años. La historia de un «pequeño chico triste», como lo fue el propio Bunker, hambriento de amor y obligado a pelearse con todo el mundo.
No hay bestia tan feroz, publicada por primera vez en 1973, supuso el debut literario de Edward Bunker, singular escritor norteamericano tan afamado por sus obras como por su poco común biografía. Inspirándose en el conocimiento del ambiente criminal de Los Ángeles que su propia experiencia le procuró, Bunker da vida en est a novela a Max Dembo, un ex-convicto en libertad vigilada después de ocho años en prisión. Su voluntad de llevar una existencia honesta, y de no volver a vivir entre rejas, chocará con un sinfín de obstáculos y se verá finalmente frustrada cuando, cansado y cargado de rencor, decida volver a la seguridad que ofrece, paradójicamente, el mundo del crimen. Sin romanticismo ni artificios, cruda y auténtica, No hay bestia tan feroz relata la rabiosa lucha por la supervivencia de un hombre acosado por los más inamovibles prejuicios sociales.
«Cuando estaba en el reformatorio y se encontraba a medio camino de comprometerse por completo con el crimen, vio una fotografía de su ídolo, el gángster Legs Diamond, cuando lo asesinaron. Le habían volado la cara y la cabeza pero la elegancia de su Glen
La rebeldía del joven Edward Bunker, criado en hogares de acogida, escuelas militares y reformatorios de los que continuamente escapaba por su visceral rechazo a una autoridad a menudo arbitraria, lo convirtió con dieciséis años en el preso más joven de la tristemente célebre prisión de San Quintín. Ni un coeficiente intelectual muy por encima de la media, ni la ayuda de Louise Wallis, esposa del magnate de Hollywood Hal Wallis, lograron encauzar a un joven impulsivo fascinado por los bajos fondos y la noche de Los Ángeles. Solo su pasión por la lectura ―durante los dieciocho años que pasó entre rejas leyó sin descanso―, y su perseverancia en la escritura, acabaron apartándolo de una vida destinada al crimen. Tras la publicación de su primera novela (la séptima que había escrito, "No hay bestia tan feroz") en 1973, Eddie Bunker ―el señor Azul de "Reservoir Dogs"― no volvería a pisar el duro cemento de una cárcel y se convertiría en un escritor de culto en medio mundo, admirado por James Ellroy, William Styron, Quentin Tarantino o Steve Buscemi. "La educación de un ladrón" es el apasionante y sincero relato de una vida fuera de lo común, y de la ley, con un final que el recluso A20284 nunca habría imaginado.
Tras la muerte de Edward Bunker en 2005, se encontraron entre sus papeles una novela inédita ("Stark") y varios relatos en los que el escritor angelino estaba trabajando, reunidos ahora bajo el título de uno de ellos, "Huida del corredor de la muerte". Los relatos abordan algunos de los temas predilectos del señor azul de "Reservoir Dogs": la vida entre rejas y su código no escrito, el sistema judicial y penitenciario norteamericano, la discriminación racial en la cárcel y la pena de muerte. En San Quintín, fábrica de animales y quintaesencia del sistema de reclusión estadounidense, encontramos al joven de color Booker Johnson, sobre el cual se cierne, pese a la levedad de su delito, la pesada maquinaria penitenciaria alimentada por el racismo; a Eddie Johnson, impaciente por vengar a un amigo asesinado a sangre fría por un guardia; o a Troy Cameron, el protagonista de "Perro come perro", en su último viaje rumbo a la cámara de gas. En el relato que da título al libro, la rutina de la vida en el corredor de la muerte salta por los aires cuando se materializa un desesperado intento de fuga.