Lorenzo, a quien ya conocimos gracias a Diario de un cazador, reemprende su diario tras haberse casado con la Anita. Ahora, unos tíos de ella, residentes en Santiago de Chile, los animan a probar fortuna en América, ofreciéndoles hogar y trabajo. A través de las cómicas anotaciones de Lorenzo, Miguel Delibes nos describe ?con desenfadada llaneza y una buena dosis de malicia? los cotidianos incidentes de la pareja, llena de sueños e ilusiones, alternando el relato de las peripecias en Chile con un fino y sagaz análisis psicológico de sus sentimientos de recién casados, de sus piques y enfados, celos y reconciliaciones así como de su gradual desengaño ante la imposibilidad de hacer fortuna. Diario de un emigrante consagra, si aún quedaban dudas, a Lorenzo como uno de los personajes más compactos y entrañables de nuestra literatura contemporánea.
Mi idolatrado hijo Sisí nos cuenta la vida de Cecilio Rubes, un fabricante de bañeras cuarentón, superficial y egoísta. No tiene amigos, no ama realmente a su mujer y sólo se acuerda de Dios en los peores momentos. A la hora de educar a su hijo, sólo le guiará el deseo de que «sea feliz». No le importará que frecuente los bajos ambientes ni que deje los estudios. Y la disciplina con lo que los Sendín ?prototipo de la clase media conservadora y contrapunto de la propia familia de Cecilio- educan a sus hijos, le parece cómica e innecesaria. Pero su despreocupación recibirá su castigo, al revelársele el inmenso absurdo de su vida. Auténtica sátira moral, la novela aúna todas las cualidades narrativas de Delibes: su ajustado tratamiento de los personajes, su lenguaje rico y preciso, su maestría para recrear situaciones y acontecimientos de la vida española, su amplitud de registros y su intensidad. Mi idolatrado hijo Sisí está considerada una de las mejores novelas de Miguel Delibes.
Un viejo solterón castellano y periodista jubilado establece una correspondencia progresivamente amorosa con una viuda andaluza a través de una revista sentimental. A lo largo de cuarenta y dos cartas nos proporcionará un completo retrato de sí mismo: su infancia en el pueblo, su carrera de periodista bajo el franquismo, sus ideas sobre el progreso, el amor o la televisión, sus preferencias gastronómicas o sus arraigadas costumbres de mirón impenitente. Las manías, los achaques, las osadías verbales del personaje y su fundamental timidez, chocan con la historia maravillosa del amor que sueño, imagina y pretende convertir en real. Ejemplo de brillantez constructiva y de expresión directa, Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso nos habla, con sutil ironía, del amor, la esperanza o el cotidiano quehacer para convertirnos en destinatarios de las confesiones de ese peculiar sexagenario y en cómplices privilegiados del sorprendete desenlace de su historia.
Delibes protagoniza cuatro relatos vinculados con los deportes, especialmente los que se practican sobre ruedas. A partir de una serie de escenas realmente cómicas, el autor nos presenta unas originales memorias de sus escarceos con el fútbol, la bicicleta y el motociclismo, bajo la mirada atenta de un maestro singular: su padre.
En la ciudad castellana en la que trascurre esta novela, de temática muy singular dentro de la obra de Miguel Delibes, hay hombres transformados en perros que otros hombres tirotean sin piedad y trabajadores dedicados a sumar cantidades infinitas de números sin sentido. Cualquier rastro de humanidad ha desaparecido. Jacinto San José, empleado a las órdenes de don Abdón, el amo supremo de la ciudad, es el único que parece preguntarse por el funcionamiento sin sentido de la institución en la que trabaja, lo que motiva su destierro a un lugar solitario en el que, sin saberlo, cultiva su propia trampa. Fábula de clara moraleja, integrada en la misma línea pesimista de otras novelas utópicas de su tiempo, Parábola del náufrago contiene, en el fondo, una dura crítica de la autocracia, la sociedad de consumo, el culto a la personalidad y la crueldad gratuita. Una obra fragmentada y laberíntica, de verbosidad neobarroca en la que Delibes experimenta con el lenguaje y el tiempo y hace gala de su mejor ironía.
Miguel Delibes cumplió sobradamente su aspiración y "acertó a pintar Castilla", como deseaba. El paisaje de su tierra, sus gentes, la cultura popular y la lengua que la alimenta son una constante en su obra. En este libro incluyen nuevos acercamientos e interpretaciones respecto a la visión del paisaje rural castellano, pero también indaga en el sentido profundo de determinados paisajes urbanos.
En esta auto selección de sus mejores textos sobre Castilla y sus gentes, Delibes alterna el comentario reflexivo, serio, preciso y crítico de la realidad que lo rodea con textos narrativos que la representan y resucitan en su continuo, vivo y cotidiano fluir. Con una sabia graduación de humor e ironía, de compasión y sentido moral, ofrece una visión aguda, profunda y exacta de Castilla y su modo histórico de existir. Un apasionante retrato de la región más incomprendida de España en el que se entrelazan la elegía melancólica de un pasado hecho a escala del hombre, la censura objetiva, tajante y resignada del presente consumido por la insaciable voracidad de la máquina y la estadística y el ensueño, levemente optimista, de una esperanza de redención.
Delibes fue elegido miembro de la Real Academia Española (silla e) el 1 de febrero de 1973, tomando posesión en 1975 con el discurso que aquí se reedita. Según declaración del autor, decidió aprovechar la ocasión para unir su voz «a la protesta contra la brutal agresión a la Naturaleza que las sociedades vienen perpetrando mediante una tecnología desbridada». Algunos tacharon de reaccionario el mensaje que aparentemente se desprendía de las novelas en que exaltaba la autenticidad de la vida rural, y Delibes quiso defenderse de tal acusación, al tiempo que proclamaba los motivos que él descubría para el pesimismo. Este libro es un admirable aldabonazo del intelectual comprometido y sensible que fue Miguel Delibes, y ha de leerse sin perder de vista la temprana fecha en que fue escrito.
José Jiménez Lozano decía que Delibes «es un cartógrafo y un geólogo, un ornitólogo y zoólogo, y un registrador de vidas y narrador de historias, pero de su" territorio. La Castilla real que está en la base de sus narraciones es, desde luego, la Castilla-Castilla, la Castilla original al norte del Duero, pero la Castilla real de sus libros que nos hace ver Castilla porque acomoda nuestro ojo, porque eso es lo que hace un escritor: acomodarlo para que vea hasta por detrás y por dentro es la Castilla de Delibes, su territorio, como Yoknapatawpha lo es de Faulkner.» La visión delibiana de Castilla se complementa en este libro con la del fotógrafo Navia, quien nos aporta su mirada sobre una tierra por la que siente un antiguo afecto.
La precisión, riqueza y naturalidad de la prosa, un profundo conocimiento del medio humano y del entorno geográfico de los pueblos de la Meseta, la combinación de distanciamiento irónico y simpatía profunda hacia el mundo rural se funden en las prodigiosas estampas contenidas en " Viejas historias de Castilla la Vieja " . Un emigrante regresa a su aldea tras una larga ausencia y rememora la vida de un pueblo castellano de principios del siglo XX: por una parte, estancamiento, rutina, superstición, atraso, pobreza; por otra, sensación de arraigo y pertenencia, relaciones comunitarias, contacto inmediato con vínculos primarios. Completa el volumen «La caza de la perdiz roja», delicioso diálogo entre «el Barbas» -un viejo perdicero- y «el Cazador» -el propio Miguel Delibes-, quienes glosan sus experiencias y reflexionan sobre la actividad cinegética.
La mayoría de los nuevos padres desconoce cómo se comporta un recién nacido, cómo expresa sus necesidades. Puesto que somos un animal eminentemente social, la cultura que nos rodea infl uye muchoen nuestras decisiones. El entorno ha opinado sobre el embarazo, la forma de alimentar al bebé; hay foros prolactancia y procrianza natural, pero también otros probiberón y procrianza conductista. No obstante, existe otro posible manantial adicional de información para los nuevos padres. Nuestros bebés son cachorros, como los de tantos otros mamíferos. Las conductas de estos en cuanto al cuidado de sus crías pueden ayudarnos a entender mejor lo que nuestros bebés necesitan.