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HOMBRE ETERNO, EL. (GILBERT K. CHESTERTON)
Cristiandad reedita este clásico escrito en 1925 por el genial escritor inglés, con la novedad de incorporar un prólogo de Juan Manuel de Prada. Éste define a El hombre eterno como “pináculo” con el que culmina la experiencia que llevó a Chesterton a la conversión al catolicismo. Un periplo iniciado a partir de la curiosidad respecto a una institución a la que todos criticaban, y cuya doctrina y realidad sin embargo resistía a los tópicos. Un periplo si se quiere lógico, pues de Chesterton puede decirse algo semejante: que su obra resiste al paso del tiempo porque está construida sobre el sentido común, y no sobre la imaginación, a lomos de la cual, ayer y hoy, triunfan los escritores de éxito efímero. Chesterton escribió esta obra en cierto modo respondiendo al materialismo de la Breve Historia del Mundo publicada en 1921 por Herbert George Wells. Si bien las fantasías bélico-cientificistas de este autor siguen siendo conocidas, no lo es aquél ensayo sobre la historia, en el que imbuido de un evolucionismo decimonónico venía a negar que, a fin de cuentas, el hombre significara una novedad respecto al mundo animal, y que a su vez Cristo añadiera algo original respecto a lo dicho por otros tantos hombres. A Chesterton le basta el sentido común para mostrar que el paso del tiempo de por sí no lo explica todo, que existen revoluciones y que el hombre es algo peculiar dentro del mundo, como lo es la persona de Cristo y el cristianismo en la historia humana. Reflexiones sobre algo aparentemente obvio, pero que hoy como hace 80 años conviene repensar.

EL CLUB DE LOS INCOMPRENDIDOS (CHESTERTON, GILBERT KEITH)
El Club de los Incomprendidos (1930) narra las diferentes historias de cuatro personajes que han formado un extraño e incomparable Club, unidos por el vínculo común de sus maltrechas reputaciones. Los cuatro relatos siguen el mismo esquema: se ha cometido un crimen y la dificultad de la investigación no será tanto descubrir al culpable, cuestión nada sencilla, como averiguar cuál ha sido su móvil. Pero “El asesino moderado”, “El charlatán honrado”, “El ladrón absorto” y “El traidor leal” han cometido sus crímenes con el único propósito de evitar un crimen aún peor. Legalmente son culpables, pero moralmente podrían ser inocentes. Chesterton se mueve en el campo resbaladizo de la paradoja, un terreno que conoce y domina a la perfección. Las cuatro historias que reúne esta edición se publicaron por primera vez entre 1929 y 1930 en diversas revistas de Londres, poco antes de aparecer en un solo volumen con el título de Cuatro granujas sin tacha (Four Faultless Felons). Chesterton añadió un prólogo y un epílogo que confieren unidad al conjunto.

EL SECRETO DEL PADRE BROWN (CHESTERTON, GILBERT KEITH)
¿Cuál es el secreto del padre Brown, ese curita, «esencia misma de aquellos insulsos habitantes de la zona oriental», según apreciaba en La inocencia del padre Brown el todopoderoso detective francés Valentin? La explicación de Chesterton es sencilla, pero apasionante: a través de su identificación con el criminal, a través de la comprensión de su humanidad ---porque también él tiene experiencia de lo que es ser hombre---, el padre Brown llega a la misericordia y a la amistad que, como él mismo dice, «resuelve todo el problema el tiempo del pecado. Se provoca el arrepentimiento antes que el crimen». Sólo la mirada misericordiosa de un amigo cambia a la persona. Una vez más, Chesterton utiliza uno de sus más queridos géneros literarios, la novela policíaca, para desvelarnos sus ideas sobre el alma humana, la sociedad, la política, la fe y la razón y el catolicismo, sin ocultar nunca las razones que le llevaron a la conversión.

PENSAR CON CHESTERTON. FE, RAZÓN Y ALEGRÍA (BAVIERA PUIG, TOMÁS)
¿Es posible creer sin renunciar a razonar? Y si es así, ¿qué papel tiene la razón en el proceso de apertura a la fe? Si la fe no resulta atractiva, no es porque no se pueda demostrar, sino porque se ha debilitado nuestra capacidad de alegrarnos. Gilbert Keith Chesterton (1874-1936), periodista londinense, confiaba en la razón y creía en la alegría. Buscó el modo de que fueran de la mano y se compenetraran, y descubrió que caminaban juntas hacía tiempo en el cristianismo. Dos ensayos suyos, Ortodoxia (1908) y El hombre eterno (1925), recogen principalmente su visión del cristianismo: el primero relata su itinerario intelectual, que lo condujo al credo católico, y el segundo demuestra la singularidad histórica de Jesús y su influencia en el interior del ser humano. Para muchos lectores de Chesterton que se han perdido en sus páginas, o para quienes aún no se han adentrado en ellas, este libro les servirá como mapa para orientarse no solo en Ortodoxia y en El hombre eterno, sino también en otras obras suyas. En cualquier caso, la lógica de los planteamientos expresados en estos dos libros ayuda a descubrir un amor digno de ser creído e inspirador de auténtica esperanza.¿Es posible creer sin renunciar a razonar? Y si es así, ¿qué papel tiene la razón en el proceso de apertura a la fe? Si la fe no resulta atractiva, no es porque no se pueda demostrar, sino porque se ha debilitado nuestra capacidad de alegrarnos. Gilbert Keith Chesterton (1874-1936), periodista londinense, confiaba en la razón y creía en la alegría. Buscó el modo de que fueran de la mano y se compenetraran, y descubrió que caminaban juntas hacía tiempo en el cristianismo. Dos ensayos suyos, Ortodoxia (1908) y El hombre eterno (1925), recogen principalmente su visión del cristianismo: el primero relata su itinerario intelectual, que lo condujo al credo católico, y el segundo demuestra la singularidad histórica de Jesús y su influencia en el interior del ser humano. Para muchos lectores de Chesterton que se han perdido en sus páginas, o para quienes aún no se han adentrado en ellas, este libro les servirá como mapa para orientarse no solo en Ortodoxia y en El hombre eterno, sino también en otras obras suyas. En cualquier caso, la lógica de los planteamientos expresados en estos dos libros ayuda a descubrir un amor digno de ser creído e inspirador de auténtica esperanza.

PISADAS EXTRAÑAS (GILBERT K. CHESTERTON)
El padre Brown es un sacerdote enjuto, miope, de facciones redondas y apariencia normal, pero es capaz de resolver los más intrincados casos policíacos. Para ello utiliza la sutil experiencia psicológica, la deducción, la introspección, su aparente ingenuidad y la fe.

RAZONES PARA LA FE (GILBERT K. CHESTERTON)
«Creer significa admitir algo como verdadero. Creemos cuando damos nuestro asentimiento definitiva e incuestionablemente. Una opinión no es una creencia. La fe implica certeza».

HEREJES (CHESTERTON, G.K.)
En Herejes, G. K. Chesterton dibuja una personalísima crítica a las opiniones religiosas de nuestro tiempo. Dirigido al sentido común del hombre común, singular no tanto por la estricta originalidad de sus ideas, sino por su particular punto de vista, este libro de Chesterton nos conduce, con una curiosa mezcla de humor y obstinación audaz, por los caminos de una excepcional contribución a uno de los debates fundamentales del mundo contemporáneo.

EL CLUB DE LOS NEGOCIOS RAROS (CHESTERTON, GILBERT KEITH)
El Club de los Negocios Raros está compuesto por seis narraciones que ejemplifican todos los méritos que hicieron destacar la figura de Chesterton y todas ellas giran alrededor de un oscuro y pintoresco Club, para pertenecer al cual es necesario haber inventado una profesión o industria absolutamente nueva. Sobre esta base aparentemente trivial, Chesterton combina el misterio con la paradoja y el humor y consigue mantener al lector en estado «de suspensión» permanente, haciéndole caminar de sorpresa en sorpresa por los senderos de sus ingeniosas tramas e invenciones. Chesterton, que tuvo el buen gusto de prodigarse en el relato, debería figurar como miembro de honor de su incomparable Club, por haber inventado la rara industria de complacer al lector.

BREVE HISTORIA DE INGLATERRA (CHESTERTON, G.K.)
La mayoría de los libros de historia se escriben para corregir otros libros de historia. La 'Breve historia de Inglaterra' no es una excepción. Concéntrico a fuerza de excentricidad, irónico por convencido, paradójico por aparentemente extemporáneo, Chesterton quiso escribir una historia popular—cuando la mayoría de los relatos de la historia de Inglaterra eran extremadamente antipopulares—, en la que lo fundamental radicara no tanto en los acontecimientos en sí como en la importancia que éstos hubieran tenido. En palabras de Bernard Shaw, el autor de este libro fue «el más conciso y a la vez el más completo historiador que este país desamparado pudo encontrar».