Entre verdades y medias verdades, siguen corriendo no pocos tópicos acerca de los escritores de la generación del 98. En esta tercera edición (corregida y ampliada), Juventud del 98 nos recuerda una vez más la importancia de cuestionar los tópicos recibid
«?esta novela histórica fue ideada para refractar con pasión, para abrirnos la posibilidad, desde la literatura, de pensar un recoveco preterido de nuestra historia reciente, un recoveco violentado, oprobiado por la para nada inocente urdimbre de las historicidades oficiales. Así, [?] la narrativa de Blanco Aguinaga, como su labor crítica, al imbricar la historia cultural de España con la de otros países conocidos por sus personajes, revidica otra España posible [?]. De este modo, su narrativa sobre el exilio aparece como una contribución imprescindible, no sólo para entender lo que éste fue, sino cómo ese legado mantiene su vigencia como proyecto cultural y político». Joseba Buj y Mario Martín Gijón La obra de Carlos Blanco Aguinaga (Irún, 1926-La Jolla, California, 2013) ocupa un lugar muy especial dentro de la literatura de la llamada «segunda generación» del exilio republicano español, por su doble vertiente académica y creadora, y por los sucesivos descentramientos que vivió a partir de su temprano exilio. Su enraizamiento desde el destierro en la cultura vasca y española se imbrica a partir de su experiencia mexicana y posteriormente su integración en la universidad de Estados Unidos, en una trayectoria personal que reflejó en sus volúmenes de memorias Por el mundo (2007) y De mal asiento (2010). Entre su amplísima e innovadora producción ensayística y filológica pueden destacarse Unamuno, teórico del lenguaje (1953), Emilio Prados: vida y obra (1960), Juventud del 98 (1960), Sobre el Modernismo desde la periferia (1998), De Restauración a Restauración (2007) o Ensayos sobre la literatura del exilio español (2011), además de la Historia social de la literatura española (1983) junto a Iris M. Zavala y Julio Rodríguez Puértolas. Dentro de su obra narrativa pueden nombrarse las novelas Ojos de papel volando (1984), Un tiempo tuyo (1988), En voz continua (1997), Ya no bailan los pescadores de Pismo Beach (1998) y Esperando la lluvia de la tarde. (Fábula de exilios) (2000) y los relatos reunidos en Carretera de Cuernavaca (1990) y Contra-Bando(s) (2007). La presente obra, Viajes de ida (Novela histórica), terminada en 2008, presenta la culminación de su empeño como novelista. Joseba Buj (Bilbao, 1978) es doctor en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana, donde actualmente es profesor en el Departamento de Letras y en el Departamento de Filosofía. Mario Martín Gijón (Villanueva de la Serena, Badajoz, 1979) es doctor en Filología Hispánica, profesor en la Universidad de Extremadura y miembro del Grupo de Estudios del Exilio Literario (GEXEL).
Una crónica de nuestro tiempo escrita en clave de memorias. Aviso de lectura «Si pierdo la memoria, qué pureza», escribió, si la memoria no me falla, Pere Gimferrer. «Qué pereza», intertextualizó más tarde más tarde un posmoderno. Queda así la memoria faenando, como un barco de pesca, entre las dos aguas faulknerianas: entre la pena y la nada. Este es un libro de memorias, es decir, un cuento que recuenta y echa cuentas, y no siempre el juego de sumas y restas es cosa de las matemáticas. Quien suma y sigue es el destino y -advierte Luciano Lamberti- «el destino es el encuentro del individuo con su clase». Por eso, porque uno es uno con los otros, entre la pena y la nada el autor rechaza el dilema y opta por navegar por su cuenta y riesgo sin olvidar que la memoria individual es espejo de un trayecto colectivo: la segunda mitad del siglo XX. La clase como geología de los paisajes humanos, íntimos, políticos y morales (la caza de brujas, el México de Rulfo, los hispanistas, Marcuse, los panteras negras, Angela Davis, los chicanos, el tardofranquismo, las izquierdas de Euskadi). La memoria es un arma cargada de futuro, escribió (o no) Gabriel Celaya, y razón no lo falta: lo importante no es el retroceso de la culata sino el objetivo al que se apunta y se dispara. Que vivir merece la pena por más que la vida esté llena de trampas, engaños, hipotecas y autoengaños. Que sí, que quizá el hombre es una pasión inútil, pero en algún lugar se siente libre y esa libertad nos hace y nos deshace. Eso parece querer contar este libro. Y acierta en la diana. Crítica:«Unas memorias que son, además, de gozosas y valientes, un testimonio importante de unos años que pasan por ser el auge libertario de un siglo marcado por el horror y la ignominia, también por el asombro y la consecución de la magia.»Juan Ángel Juristo