La azarosa historia de un hombre que nació como hijo bastardo de Pipino el Breve y que, a su muerte, era emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y monarca absoluto de casi todo el mundo cristiano.
Si existen unos siglos oscuros en la historia europea, sin duda éstos son los siglos IX y X. Oscuros, indudablemente, porque las fuentes son escasas, pero oscuros, sobre todo, porque los historiadores han alimentado esta reputación: al dejar de lado el siglo y medio que separa el glorioso reinado de Carlomagno del nacimiento de la dinastía capeta, nadie ha sabido ver en qué manera fue importante este período. Lo enfoquemos a través de la evolución del estatus de las personas, de las técnicas o, incluso, de la moneda o de los intercambios, para quien sepa verdaderamente leer los textos y hacer suyos los descubrimientos de la arqueología, resulta evidente que es en el siglo X ?y no después? cuando hay que situar el primer crecimiento de Occidente. Tanto en Alemania occidental como en la Francia y la Italia actuales (países sobre los que entonces se extendía aproximadamente el mundo carolingio), los fenómenos se acompasan: mejor explotada por un mayor número de hombres, socialmente integrados en una familia de una tipología nueva, la tierra ofrece mejores rendimientos, desencadenando el ciclo de un primer crecimiento. Con esta vara de medir, las sucesiones dinásticas, las revoluciones en los palacios y las guerras se convierten en epifenómenos sobre los que sería una equivocación detenerse demasiado. Multiplicando las investigaciones y los estudios de casos concretos sobre cuestiones consideradas irresolubles, desplegando una erudición asombrosa ?y siempre apasionante?, Pierre Toubert nos ofrece un libro pionero que sin duda será el punto de arranque de una profunda renovación historiográfica.
Henry Pirenne (1862-1935), concluyó la primera versión de Mahoma y Carlomagno pocos meses antes de su fallecimiento y Jacques Pirenne, hijo y discípulo del gran investigador que revolucionó los estudios medievales, asumió la tarea de preparar para su edición el manuscrito póstumo. El libro contiene las conclusiones definitivas sobre el conjunto de problemas que constituyó la «la gran pasión científica de los veinte últimos años de su vida» y que había orientado ya su anterior estudio sobre Las ciudades de la Edad Media. Las invasiones germánicas no pusieron fin a la unidad mediterránea del mundo antiguo ni aportaron principios nuevos en el orden económico y social, en la situación lingüística o en las instituciones que la cultura romana había transmitido. Sólo la expansión islámica, el convertir el Mediterráneo en un lago musulmán, desplazó hacia el norte el eje de la vida histórica y creó las condiciones para la separación entre el Oriente bizantino y Occidente y para la ruptura de la continuidad en el desarrollo de la civilización. La decadencia del reino merovingio, el ascenso de Carlomagno, la alianza del papado con la nueva dinastía y el predominio de la Iglesia y de los señores feudales marcan, entre el 650 y el 750, la transición hacia el perído de regresión económica y anarquía en el que la tradición antigua se pierde y que recibe el nombre de Edad Media.
La fascinante historia de cómo viajó un elefante desde Bagdad hasta Aquisgrán en tiempos del emperador Carlomagno. En el año 802 la tensión entre el emperador Carlomagno y el califa de Bagdad se encuentra en un punto culminante en su lucha por alcanzar la hegemonía política y religiosa. Isaak de Colonia, un sirviente del emperador Carlomagno, debe hacerle llegar un increíble regalo del califa de Bagdad como muestra de amistad: un elefante. Junto con Thankmar, su esclavo, emprenderá un largo y peligroso viaje para evitar un enfrentamiento entre los dos monarcas. El viaje del animal se convierte en una peligrosa aventura a través de la Europa medieval. Para los europeos, el elefante es la reencarnación misma del demonio y debe ser destruido. Pero su muerte empujaría a los dos imperios a una terrible guerra. Una fascinante historia que nos muestra la Europa del siglo IX, los viajes de la época y las diferencias culturales entre los dos imperios más importantes de ese momento. «Dirk Husemann ha transformado una auténtica misión diplomáticaen un fascinante novelón histórico.»Frankfurter Neue Presse
Entre los objetivos principales de este estudio se cuentan establecer las razones (institucionales, políticas, honoríficas...) que motivaron la institución del culto al emperador Carlomagno en la catedral gerundense y los mecanismos que hicieron posible que su memoria se mantuviera viva durante siglos. Dado lo excepcional de la situación y la trascendencia histórica del personaje protagonista parece claro que ambas cuestiones son sugerentes por sí mismas. Sin embargo, más allá del interés intrínseco de un estudio de caso de estas características, al valor de sus hipótesis y conclusiones, es importante destacar que también se han puesto en paralelo estrategias heurísticas semejantes a las aplicadas en otras situaciones o circunstancias parecidas. A fin de cuentas de lo que aquí se trata, entre otras cuestiones, es de analizar aspectos como la gestación de las leyendas a partir de una variada panoplia de materiales escritos u orales; observar los grados de dependencia de los relatos fantásticos con las circunstancias históricas y las aspiraciones de las iglesias con las que se vinculan; detectar las formas de instrumentalización y uso de las leyendas por parte de determinados personajes e instituciones y, por citar un aspecto más, revelar cual fue el papel desempeñado por las imágenes y objetos en la construcción de los perfiles del imaginario y de su perpetuación en el tiempo.
La "Vida de Carlomagno" - compuesta por Eginhardo en la primera mitad del siglo IX - es un documento histórico de valor excepcional, pues su autor gozó de la amistad de Carlomagno y narra, por tanto, acontecimientos cercanos. Esta obra, cuyo modelo s
Carlomagno (742-814), rey de los francos y emperador de Occidente, buscó, desde los inicios de su reinado, la integración de los distintos pueblos europeos en un proyecto común de construcción del Imperio carolingio.Gracias a su espíritu de liderazgo, su política de protección al papado y el impulso a la cultura y las artes latinas, contribuyó a sentar las bases de la futura identidad europea.