Esta antología preparada por Emir Rodríguez Monegal cubre prácticamente toda la producción de Borges y, además de sus textos famosos, incluye algunos perdidos o soslayados hasta por los eruditos más tenaces. Algunos de los textos que aquí resurgen han sido escogidos para mostrar aspectos de la escritura borgiana (temas, manías, humores) que otros antólogos han descuidado. Muchos fueron tomados de publicaciones periódicas, a veces inaccesibles, y no habían sido recogidos en ningún libro de Borges.
Este libro presenta el texto de la entrevista que Jorge Luis Borges le concedió al periodista Antonio Carrizo en 1979. La conversación con el célebre autor argentino se transmitió en 10 emisiones a través de Radio Rivadavia, conocida difusora de Buenos Aires.
El lector tiene en sus manos un libro inédito de Jorge Luis Borges, integrado por seis conferencias sobre poesías pronunciadas en inglés en la Universidad de Harvard durante el curso 1967-1968. A lo largo de unas páginas tan brillantes y precisas que cuesta creer que fuesen dichas -y no leídas- un Borges en la plenitud de su talento reflexiona sobre los misterios y tesoros de la palabra poética. En la línea del ensayo imaginativo y suavemente irónico de sus mejores inquisiciones, estas conferencias deslumbrantes nos recuerdan, entre otras cosas, el especial atractivo de ciertas metáforas, la fuerza y la dignidad de la épica (a juicio de Borges, género narrativo preferible a la novela), la belleza que se esconde en las traducciones más felices, la corta distancia que media entre el buen poema y el malo, o la impronta que la tradición deja sobre cada imagen, cada palabra y cada lector. A través de un torrente de autores, libros y citas, evocados puntualmente por la prodigiosa memoria del escritor argentino, este Arte poética nos revela el credo literario de uno de los grandes fabuladores del siglo XX.
Fruto de la fértil relación mantenida entre el editor italiano Franco Maria Ricci y Jorge Luis Borges, la colección llamada «La Biblioteca di Babele», que toma su nombre del célebre relato publicado en «Ficciones» (BA 0002), reunió una selección de textos de varios de sus autores favoritos en una serie inolvidable dedicada a la literatura fantástica. PRÓLOGOS DE LA BIBLIOTECA DE BABEL reúne los inolvidables textos introductorios que para ellos escribió el maestro argentino. «Para Borges -afirma en su presentación al volumen Antonio Fernández Ferrer- no hay escrito secundario: su afán de escritura se entrega con parejo entusiasmo en cualquier texto. Sus prólogos son cualquier cosa menos escritos meramente auxiliares o subsidiarios, y en ellos podemos encontrar tantas delicias como en cualquier otro texto de su autor».
Recopilación de prólogos diversos que abarcan desde 1923 a 1974, PRÓLOGOS CON UN PRÓLOGO DE PRÓLOGOS recoge decenas de textos dispersos pertenecientes a este peculiar género en el cual Jorge Luis Borges ejerció también su magisterio. En este volumen hallan eco, entre otros muchos avatares literarios: «las narraciones de un Cervantes que no había acabado aún de soñar el segundo Quijote, el mito genial de Facundo, la vasta voz continental de Walt Whitman, el ajedrez onírico de Lewis Carroll, las eleáticas postergaciones de Kafka, los concretos cielos de Swedenborg, el sonido y la furia de Macbeth...»
En el momento de su fallecimiento, Borges había completado los prólogos a los primeros sesenta y cuatro títulos de una selección de cien que habrían de constituir una colección cerrada escogida por él mismo. De estos textos, testimonio de sus preferencias literarias, escribió: «Deseo que esta biblioteca sea tan diversa como la no saciada curiosidad que me ha inducido, y sigue induciéndome, a la exploración de tantos lenguajes y de tantas literaturas».
Después de casi medio siglo de escrupulosa devoción por su arte, Jorge Luis Borges escogió de forma muy personal una antología de su trabajo que incluía relatos, ensayos y poesía.También estaban en esta selección unas «prosas» mordaces que adquieren las dimensiones de un género único en las letras contemporáneas. En el prólogo declaraba su intención: «Sospecho que un autor debe intervenir lo menos posible en la elaboración de su obra. Debe tratar de ser un amanuense del Espíritu o de la Musa (ambas palabras son sinónimas), no de sus opiniones, que son lo más superficial que hay en él. Así lo entendió Rudyard Kipling, el más ilustre de los escritores comprometidos. A un escritor nos dijole está dado inventar una fábula pero no la moralidad de esa fábula. Ojalá las páginas que he elegido prosigan su intricado destino en la conciencia del lector. Mis temas habituales están en ellas: la perplejidad metafísica, los muertos que perduran en mí, la germanística, el lenguaje, la patria, la paradójica suerte de los poetas.» Parafraseando al propio Borges, el Tiempo ya ha dictado que ésta es una antología admirable.
Uno de los volúmenes clásicos de Jorge Luis Borges. En este primer libro de ficción, Borges trabaja con biografías de ladrones y rufianes; personajes traidores y a veces también heroicos. Aquí están, entre otros, Lazarus Morell, redentor de esclavos, Tom Castro, hijo apócrifo y tolerante, y la viuda Ching, hábil en el saqueo en altamar. Cuentos que juegan a falsear y tergiversar historias ajenas. Le siguen «Hombre de la esquina rosada», uno de sus relatos más celebrados, y «Etcétera», un testimonio de sus incontables lecturas: «A veces creo que los buenos lectores son cisnes aún más tenebrosos y singulares que los buenos autores». «La tierra que habitamos es un error, una incompetente parodia. Los espejos y la paternidad son abominables porque la multiplican y afirman.»
Se reúnen por primera vez en su solo volumen los textos Inquisiciones y Otras inquisiciones, que abren algunos de los temas que serán recurrentes en la estética del autor. Este feliz volumen, inédito como tal hasta hoy, se compone de dos libros dados a imprenta con más de un cuarto de siglo de diferencia, la que separa 1925 de 1952. No obstante, sus ensayos pertenecen a un mismo diálogo, el de Borges con la historia literaria, el del lector con el escritor. De entre ellos, «Menoscabo y grandeza de Quevedo» señala los rostros múltiples del autor; «La nadería de la personalidad» quiebra el conjunto del yo; «La flor de Coleridge» reivindica la supremacía de la tradición; y «Kafka y sus precursores», por ejemplo, cuestiona el sentido de las influencias. «La literatura no es agotable, por la suficiente y simple razón de que un solo libro no lo es. El libro no es un ente incomunicado: es una relación, es un eje de innumerables relaciones.»