En El faro de los libros, Adiga nos habla de la vida en la pequeña ciudad de Kittur, entre los años 1984 (asesinato de Indira Ghandi) y 1991 (asesinato de su hijo Rajiv). Bramanes y descastados, musulmanes y cristianos pueblan sus páginas, como Xerox un librero que fotocopia los ejemplares que va a vender y al que no le importa haber sido arrestado en 21 ocasiones porque el suyo es un oficio mejor que el de su padre, que apilaba excrementos. O Jayamma, la pequeña de ocho hijas, quien debe ponerse a trabajar porque sólo tenía dinero para casar a las primeras y que acaba enganchada el pegamento y que sólo se consuela con la pequeña estatua de Buda que posee. El autor sigue sorprendiéndonos, como ya lo hizo con su aclamada Tigre blanco, con un humor irreverente, al mismo tiempo que ahonda en la situación de los más desfavorecidos y el la podredumbre de un país inmenso, plural y caótico.
Balram Halwal, alias Tigre blanco, sirviente, filósofo, emprendedor, asesino... nos va a contar su historia durante siete noches. Nacido en una villa en el corazón de la India, trabaja en una tienda de té. Mientras machaca carbón y limpia mesas, se va formando un sueño en su cabeza: el de escapar de la orilla del Ganges. Su gran oportunidad surge cuando un ricachón del pueblo lo contrata como chófer para su hijo, su nuera y los dos perritos de éstos. Detrás del volante del Honda, Balram alcanza a descubrir la ciuda de Delhi por primera vez y resulta una revelación: entre las cucarachas y los locutorios, los más de treinta millones de dioses, los barrios bajos, los centros comerciales y los interminables atascos, la reeducación de Balram comienza. "Una novela desmitificadora y veloz que haríamos bien en leer sin las antiojeras de la antropología y el exotismo, porque lo que se narra en ella nos pasa, en mayor o menor medida, a cada uno de nosotros." Babelia