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Si en la década de los años 20 París, para Hemingway, «era una fiesta», en los años 80 Madrid no lo era menos. Un optimismo sin límite, una pulsión más provocadora que revolucionaria, un afán vanguardista e irreverente, una explosión estética que se reflejaría en multitud de revistas culturales y mestizas, en exposiciones, en el orgullo gay, en el primer cine de Almodóvar, de Trueba o Colomo. La mayor parte de los libros y documentos que aluden a la época nos muestran una sociedad recién nacida a la democracia, disfrutando de lo que el franquismo había prohibido o relegado, impulsando nuevos movimientos culturales alrededor de los nacientes gurús del rock (Nacha Pop, Alaska), de la estética punk, de locales que acabarían mitificándose como el Rockola. Pero esa no era la sociedad real. La que hacía frente cada día a la vida cotidiana era una sociedad todavía no del todo convencida del éxito de la transición, asustada por el intento de golpe de estado del 23F y el terrorismo de ETA, sacudida por el paro, con grandes bolsas de marginación. España avanzaba lentamente en el proceso de construcción democrática y el viejo sueño progresista. Nos dice Manuel Rico en el prólogo: «el valor de estas páginas no es el del diario de un literato, o de un escritor maduro, sino el de un escritor en formación, el de un hombre lleno de dudas respecto al futuro de su vocación, de un escritor a la espera al que, a la luz del paso del tiempo, descubro sorprendentemente lúcido.»
La seducción es un arte, qué duda cabe. Lo sabemos los que acostumbramos a tener siempre un libro entre las manos, los que amamos las bibliotecas y nos dejamos llevar hasta los universos que otros nos descubren. La seducción no se limita al entorno de las artes amatorias: una obra literaria puede seducir con la misma intensidad. En el caso de Casanova, uno de los protagonistas de este apasionante libro de Ángel Esteban, el hombre-conquistador y el escritor-conquistador son la misma persona: más de cien mujeres seducidas, más de cuarenta obras literarias escritas
y un empleo como bibliotecario en Bohemia. Para Proust las bibliotecas fueron un refugio, y el caso es que su única ocupación laboral fue la de bibliotecario. Y Stephen King, con gran humor, recuerda que lo mejor de su trabajo como bibliotecario fue que allí conoció a su futura mujer: una chica que trabajaba también como bibliotecaria en la misma sala. Una chica delgada y de risa escandalosa, con el pelo teñido de rojo...
Esta antología es un libro fundamental para conocer la desaparecida República Democrática Alemana en la obra de algunos de sus más relevantes escritores. Probablemente nunca en la historia reciente, y en ningún país, haya gozado la literatura de un papel tan destacado: no sólo por la prioridad que le otorgaba el gobierno y las facilidades que ello conllevaba (abundantes becas y premios, mercado editorial subvencionado, tiradas amplias y precios reducidos, privilegios para acceder a la vivienda o a un visado), sino por la relevancia que le otorgaban los propios lectores. En un país sin prensa libre ni debate más allá de los límites fijados por el Partido, la literatura contemporánea era casi el único espacio público en el que podía darse algún contraste de opiniones sobre cuestiones de actualidad; privados de otros foros de discusión, millones de ciudadanos bien educados se aplicaban a escudriñar alusiones entre líneas y desarrollaban una sensibilidad literaria que hubiese sido impensable en sus vecinos del Oeste; y como la mayoría de los escritores creía en una literatura comprometida, capaz de influir en los procesos sociales, se generaba una constelación singularmente fértil para la literatura, elevada a ámbito de diálogo entre el autor (los escritores) y la sociedad (los lectores). La lucidez de muchos de estos textos resulta hoy, sin lugar a dudas, apabullante. Así como su calidad. Y obliga a reescribir el canon literario del siglo XX cuanto antes: he aquí un buen número de escritores casi secretos para los lectores en español que se nos revelan como ineludibles ya. Y más allá de los numerosos libros excelentes que produjo la literatura de la RDA, del estudio de ese país tan peculiar cabe extraer lecciones cuya actualidad no ha caducado sobre la literatura, su función y su encaje social.
Es verano. Un joven estudiante de Filología ha aprobado todas las asignaturas y tiene todas las vacaciones por delante. Hasta entonces ha escrito muchos cuentos, pero nunca nada extenso, y quiere escribir su primer libro. Decide contarle su verano, en forma de cartas, nada menos que a don Quijote de la Mancha, su querido personaje, su querido amigo. De ese modo, su vida se entremezcla con la literatura, pues ya es un joven bastante culto y la existencia de don Quijote y Cervantes se funden con sus propios días. Cartas de un joven escritor a Don Quijote de la Mancha también es un libro viajero, pues el protagonista se mueve por Madrid, Nueva York, la Costa Brava y Galicia; así como por otros lugares, reales y ficticios. El libro se completa con una carta a Cervantes, en la misma línea que las anteriores, pero también estudio de la obra de nuestro gran escritor. Estas Cartas constituyen el primer libro que escribió Eduardo Martínez Rico, homenaje a don Quijote y a Cervantes, amigos suyos y compañeros de vida desde su más temprana infancia. Eduardo Martínez Rico nació en Madrid en 1976. Se licenció en Filología Hispánica en 1999 en la Universidad Complutense de Madrid, y se doctoró por la misma Universidad tres años después con una tesis titulada La obra narrativa de Francisco Umbral: 1965-2001. Ha publicado los siguientes libros: Umbral: vida, obra y pecados. Conversaciones (2001), Umbral. Las verdades de un mentiroso ilustre (2003), Alberto Vázquez-Figueroa o la aventura (2004), Pedro J. Tinta en las venas (2008) y Relámpagos (2015). En esta misma editorial ha publicado Fernando el Católico. El destino del rey (2015) y Cid Campeador (2015). Escribe habitualmente en prensa e Internet, siendo codirector de la revista Avuelapluma.com. Entre las publicaciones en las que ha colaborado están: Expansión, Época, Qué leer, Diplomacia y El Norte de Castilla. También ha publicado ensayos en libros colectivos sobre González Ruano y Eugenio D¿Ors, y en revistas académicas como Dicenda, de la Universidad Complutense de Madrid. Ha participado en cursos y congresos sobre literatura y periodismo, y como docente ha impartido clases en la Universidad del Instituto de Empresa (Periodismo Cultural) y en los programas de máster del Instituto de Empresa («El valor de la palabra: escrita y hablada»), así como en la Universidad de Mayores del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de la Comunidad de Madrid (Literatura Española).