Hay poetas que viven atados por amor e inteligencia a las verdades humanas, las verdades limpias y las verdades oscuras. Y algunos, como Joan Margarit, ni pierden la señal ni, sobre todo, saben perderla. Los poemas de este libro no cantan compasivamente el desconsuelo de la pérdida sino la luminosa vibración de estar vivo cuando la vida es más tibia, más esquiva, menos vistosa: la alegría lúcida de un poeta “brusco, fiel, solitario. Agradecido.” JORDI GRACIA En este libro Joan Margarit ha querido extremar su apuesta por la esencialización del discurso poético. Al mismo tiempo ha sometido la versificación a una tensión aún mayor. Se pierde la señal es un libro que se lee febrilmente, pero a posteriori es necesario volver a él para profundizar en los conte nidos y las peculiaridades formales. Se pierde la señal nos ofrece dos lecciones dignas de aprender: una obra extensa puede ser una obra de excelencia sostenida. La poesía no es una cuestión mayoritariamente de los años de juventud. D. SAM ABRAMS