El apóstol Pablo, el más pequeño de los apóstoles, escuchó y siguió a Jesucristo como un discípulo generoso y fiel, y es hoy para nosotros un modelo de fidelidad digno de imitación. Él mismo decía a los hermanos de sus comunidades. Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo. De la misma manera que Pablo, hoy estamos llamados a colocar en el centro de nuestra vida a Cristo, el Señor, y a anunciar a todos el Evangelio de Jesús, el don de la salvación.