De Sabino Arana todo el mundo sabe que fue un racista irredento. Todo el mundo recuerda mejor o peor un par de frases terribles contra los españoles exentos de sangre vasca. Unas frases que sintetizan su triste ideario, la burda doctrina que llegó a urdir en sus breves treinta y ocho años de vida. Sin embargo, el racismo y la xenofobia no constituyen todo el contenido incivil de su legado. Forman una pieza decisiva dentro de un sistema ideológico completo y coherente en su brutalidad y su simpleza. Además de un etnicista beligerante, Arana fue un teórico visceral y un divulgador ferviente del antiliberalismo, un declarado enemigo de la democracia, un sexista concienzudo y un entusiasta de la utilización del recurso de la violencia para imponer sus ideas a los otros. Y fue también un impenitente integrista, un auténtico y pertinaz defensor de eso que después se acabaría llamando -con el pasar de los años y la dictadura franquista- nacional-catolicismo.Sabino Arana o la sentimentalidad totalitaria desvela la síntesis del pensamiento de Arana y de lo que en él hay de esencialmente totalitario. Un documento único para que el lector perciba de que naturaleza moral es su deforme osamenta ideológica sobre la que el PNV ha desarrollado su estrategia política.A quienes están convencidos por ingenuidad o por ignorancia de que el PNV ha sido siempre un partido democrático y consideran una excepción la etapa de Lizarra abierta en el verano de 1998, este libro desvela algunos elementos pocos conocidos de la trayectoria del partido nacionalista como la consigna a los afiliados de infiltrarse tras la guerra civil en toda la estructura social, política, burocrática y militar del nuevo régimen incluida la Falange y en la patronal vasca, su interés en crear una etnia vasca o el asumir públicamente la figura y el legado de Sabino Arana pero no aceptar las responsabilidades que ello conlleva.Un libro polémico y clarificador que denuncia como Euskadi lleva recogiendo durante más de tres décadas lo que Sabino Arana empezó a sembrar hace más de cien años. Luchar contra ETA es luchar contra el último efecto de una enfermedad que empieza en la mirada afiebrada, paranoica, sectaria y hostil de Sabino Arana hacia el otro, hacia quienes no eran como él pero compartían el mismo suelo.