Las montañas se empeñan, en ocasiones, en extender sus brazos dando forma a sierras y estribaciones que cortan el paso a la huida de los ríos. Pero estos no se han achantado y, aceptando el órdago, se han comido la roca, han abierto estrechos pasos, desfiladeros, foces y gargantas en los que reina la humedad. Son entornos de una belleza especial, con microclimas que les otorga una fauna y una flora peculiar. Algunos, ariscos y cerrados, solo nos permiten vislumbrar su grieta desde el exterior, pero hay muchos por los que podemos caminar y disfrutar del excelso y arduo trabajo realizado por las aguas de los ríos. Juan Carlos Muñoz y Mar Ramírez nos proponen treinta excursiones para conocerlos mejor. Desde los más clásicos, como Holtzarte e Irunberri, hasta los más bravos, como Istora o la foz de Peñalba, pasando por dueños de tesoros naturales, como el cañón del río Ayuda o el barranco de Arbe.