Rousseau parte de la premisa «siento, luego existo» como principal axioma de su reflexión filosófica, lo que supone un auténtico giro copernicano respecto del célebre «pienso, luego existo» cartesiano. El auténtico inicio de nuestra modernidad lo marcaría más bien Rousseau, al señalar algo que ahora nos puede parecer obvio, cual es el maridaje de nuestra razón y nuestros sentimientos o emociones. Jean-Jacques Rousseau es uno de esos pocos clásicos del pensamiento que se hallan en el trasfondo de nuestros arquetipos e imaginarios colectivos más comunes y de ahí que convenga revisitarlo para conocernos mejor. Para estudiar al ser humano se tomó a sí mismo como principal objeto de estudio, demostrando ser un consumado maestro en el arte de la introspección, y por eso no es extraño que una significativa parte de su obra sean textos autobiográficos como Las ensoñaciones de un paseante solitario, presentado aquí por el autor de Rousseau: Y la política hizo al hombre (tal como es). Estamos ante un pensador cuya herencia se disputarán, simultáneamente, el racionalismo y los románticos. Conocer a Rousseau significa, por lo tanto, transitar por las encrucijadas de los albores de nuestra modernidad, lo cual nos permite deambular mejor por los intrincados laberintos de nuestro fuero interno, gracias a su cartografía de nuestra conciencia moral y civil. En esta cuidada edición comentada de Roberto R. Aramayo (filósofo y traductor, científico titular del CSIC), podemos disfrutar de una completa recopilación de ensayos escritos por Rousseau, uno de los filósofos y pensadores más importantes e influyentes de todos los tiempos. Las famosas Ensoñaciones de un paseante solitario se publican por primera vez acompañadas de numerosos textos personales e íntimos del autor, lo que hace de esta obra una recopilación inédita llena de sorpresas tales como Bosquejos de las Ensoñaciones (Anotaciones en unos naipes); Mi retrato; Fragmento autobiográfico; Preámbulo inédito de las Confesiones (Manuscrito de Neuchâtel).