La clase de Religión, desde los momentos de la infancia, ilumina y enriquece a la sociedad, convirtiendo a su institución educativa en un gran pulmón de la humanidad que permite respirar con más fuerza y de manera más saludable, aun en tiempos en los que la atmósfera aparece enrarecida. La religión ofrece salud al sistema educativo al dotarlo de verdad. Permite que el niño se desarrolle en plenitud y aspire a lo natural y a lo sobrenatural, engrandeciendo sus aspiraciones y sus compromisos. Este sueño no es posible sin un aspecto sistemático que evite el oportunismo y la anarquía. La didáctica fundamenta esta acción educativa, ofreciendo a la vez teoría y práctica, que ayudan a reflexionar sobre la razón y el modo del trabajo en el aula con los más pequeños.