Esta obra defiende la presencia de la enseñanza de la religión católica en la escuela, como un servicio al ser humano y a la sociedad contemporánea. Para ello, analiza el contexto actual (una sociedad entre la secularización y el pluralismo post-secular), la cuestión de fondo (la religión en el espacio público), el presupuesto del que se parte (la realidad de la educación y de la escuela), y el hecho en sí mismo (cómo se estructura la enseñanza de la religión en la escuela pública). Defender la religión en la escuela –concluye– no busca aferrarse a un privilegio eclesial, sino servir al hombre situándolo ante la verdad radical e íntegra de la vida humana. Por lo tanto, a la vez que un derecho fundamental amparado en los derechos a la educación y a la libertad religiosa, es una necesidad para el desarrollo pleno de la persona humana.