Esta obra se enmarca en el debate sobre la reforma de los Acuerdos España-Santa Sede de 1979. Hemos querido que el estudio de los antecedentes de esa norma comenzase en un momento que no fuese tan cercano en el tiempo que restase profundidad al trabajo ni tan lejano que lo desvirtuase. Cierto es que la Transición política española (donde los Acuerdos se fraguaron) no se entiende sin el Franquismo ni éste sin la Segunda República (época que hemos analizado en un libro anterior). Pero, si cedíamos ante esa inercia causal ¿No habríamos de remontarnos a la Dictadura de Primo de Rivera? Y ello, ¿No nos obligaría a tener presente la Restauración Borbónica y, siquiera brevemente, el idealismo malogrado de la Primera República? Optamos por atajar esta peligrosa serpiente causal con el estilete de la decisión, que no de la convicción. Porque, aunque iniciamos el estudio en abril de 1931, no pudimos desterrar del alma una incómoda incertidumbre: nunca se termina de saber cuándo empieza en realidad esta historia. Aunque, bien pensado, quizá esto ocurra con todas las historias...
Esta obra se enmarca en el debate sobre la reforma de los Acuerdos España-Santa Sede de 1979. Hemos querido que el estudio de los antecedentes de esa norma comenzase en un momento que no fuese tan cercano en el tiempo que restase profundidad al trabajo ni tan lejano que lo desvirtuase. Cierto es que la Transición política española (donde los Acuerdos se fraguaron) no se entiende sin el Franquismo ni éste sin la Segunda República (época que hemos analizado en un libro anterior). Pero, si cedíamos ante esa inercia causal ¿No habríamos de remontarnos a la Dictadura de Primo de Rivera? Y ello, ¿No nos obligaría a tener presente la Restauración Borbónica y, siquiera brevemente, el idealismo malogrado de la Primera República? Optamos por atajar esta peligrosa serpiente causal con el estilete de la decisión, que no de la convicción. Porque, aunque iniciamos el estudio en abril de 1931, no pudimos desterrar del alma una incómoda incertidumbre: nunca se termina de saber cuándo empieza en realidad esta historia. Aunque, bien pensado, quizá esto ocurra con todas las historias...