Rehabilitar, en el sentido estricto de la palabra, es habilitar de nuevo, volver a habilitar, sólo que esa vuelta no es al pasado sino al futuro, una vuelta que garantice la continuidad de la vida del edificio en cuestión y que implica, con frecuencia, su completa modernización y, algunas veces, incluso, un cambio de uso. Cuando se trata de edificios modernistas, como la Casa Oller de Salvat i Espasa, el Palau Macaya de Puig i Cadafalch o el edificio en el que tenemos el despacho, la Casa Mayol, construida para la Exposición del 1888, nadie duda de la importancia del patrimonio sobre el que se interviene. Pero patrimonio es todo lo construido, y por eso aparecen intervenciones realizadas en un edificio Georgian en Londres, en diversos edificios del siglo XIX, en el Ensanche de Barcelona pero, también, en edificios “modernos” de los años 50-60 del siglo pasado, de destacados arquitectos, como la sede de Inmobiliaria Colonial, situada en un edificio de Busquets, el de la Mutua Madrileña de la Castellana de Madrid, obra de Gutierrez Soto, o el Auditorio y Centro de Formación de Winterthur, en el complejo de L’Illa Diagonal de Rafael Moneo y Solà-Morales.