A partir de una serie de anécdotas, Guy de Forestier determina que la manera de ser catalana se apoya en tres ejes. En el primero aparecen: el sentido de la medida y frente a él la "rauxa", un exceso incontrolado. En el segundo eje vemos: un profundo sentido colectivo que se compensa con un marcado individualismo. Y en el tercero esta la seriedad y, frente a ella, un depurado sentido del humor.