«O Sacrum Convivium, in qui Christus sumitur! El "Año de la Eucaristía" nace del estupor con que la Iglesia se enfrenta a tan gran misterio. Se trata de un estupor que no deja de embargar mi ánimo. De él surgió la encíclica Ecclesia de Eucaristía. Siento como una gran merced del vigésimo séptimo año de misterio petrino, que estoy a punto de empezar, poder convocar ahora a toda la iglesia a contemplar, a alabar, a adorar de forma especialísima tan inefable sacramento. Que el "Año de la Eucaristía" constituya para todos una ocasión valiosa para una toma de conciencia renovada del tesoro incomparable que Cristo ha encomendado a su Iglesia. Que sea estímulo para una celebración más viva y sentida, de la que surja una existencia cristiana trasformada por el amor» ("Mane nobiscum Domine", 29).