¿Qué sentido tiene ser cristiano? Estamos orientados hacia Dios y apuntamos hacia él, que es el objeto, el sentido y la finalidad de todo absolutamente. Si pensamos en la religión exclusivamente como algo útil, la reduciremos a un producto más de consumo. Pero si verdaderamente tenemos la vista puesta en Dios, si vamos a él y nos encaminamos hacia él, este hecho tiene que introducir una diferencia en nuestra forma de vivir. No se trata de ninguna superioridad moral. Los cristianos no solemos ser mejores que el resto de la gente. Pero las vidas de los cristianos sí tendrían que estar marcadas por alguna forma de esperanza, libertad, felicidad y valentía. De lo contrario, ¿por qué razón tendría nadie que creer una sola palabra de lo que decimos? En este nuevo libro Timothy Radcliffe demuestra tener una gran inspiración, además de una vena profética. Su argumentación en favor del cristianismo es profundamente católica y al mismo tiempo profundamente humana. Pero lo más destacable es que dicha argumentación y su interpretación del evangelio cristiano se enraizan en una honda comprensión de la naturaleza humana, así como de los problemas y las angustias del hombre moderno. Radcliffe dista mucho de la torre de marfil de los teólogos al uso y sin embargo su forma de entender el evangelio no deja de ser profundamente teológica. Su marco de referencia es sumamente amplio y se basa entre otras muchas fuentes en su propia experiencia pastoral con personas con problemas matrimoniales, personas que se debaten con la espinosa cuestión del celibato, que se esfuerzan por comprender el sentido de la autoridad religiosa, y que tratan de permanecer fieles a una Iglesia que tacha de irregular su orientación sexual. Radcliffe desarrolla el argumento de que cuanto mayor sea nuestra comprensión del evangelio, en mayor medida nos abriremos al mundo exterior. En razón de ello, ¿Qué sentido tiene ser cristiano? aporta un soplo de aire fresco en un momento en el que más hondamente lo necesitamos. Timothy Radcliffe OP es fraile dominico y uno de los maestros espirituales más influyentes de nuestro tiempo, recogiendo la herencia del trapense Thomas Merton. Se formó en Oxford y en París, fue profesor de teología en Oxford y se dedicó al ejercicio del ministerio sacerdotal con personas afectadas de sida. Fue Provincial de la Provincia Inglesa de la Orden y más adelante, en su condición de General de la Orden, ha viajado por gran parte de Asia, África y América Latina.