Andrea Cote crea en Puerto calcinado una atmósfera diferente y mágica en la que los temas esenciales de la poesía se transforman según el ánimo de la autora y el lector, consiguiendo que el libro avance con un fluir propio, paralelo a lo visible o tan solo a lo aparente, que es finalmente reconocido gracias a la mirada de Cote, que dialoga con el sujeto poético reconociendo y nombrando para sus lectores lo que el olvido no puede llevarse.
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