Este libro recoge treinta y cuatro pueblos. Son lugares en los que, por una razón u otra, nos hemos sentido plenos. Puede ser por el entorno, por la localización, por el patrimonio, por sus casas, sus gentes... La lista inicial de pueblos era mucho más larga y muy variada como no puede ser de otra manera en un territorio tan rico en paisajes como es Navarra. Los hay que se encaraman a cerros áridos, otros se acurrucan a los pies de sierras y montañas; algunos están perdidos en valles estrechos, mimetizados con el medio natural, y los hay que respiran asentados en valles amplios componiendo una sinfonía perfecta en la que cada núcleo es una nota musical.