La presente obra sitúa la psicomotricidad en el marco de la investigación y el tratamiento en psicosomática, con base en los trabajos del Prof. Sami-Ali. Evidenciando una articulación técnica a partir de la relación con el cuerpo. Desde el punto de vista psicosomático, la psicomotricidad sólo puede concebirse bajo una perspectiva que aglutine lo psíquico y lo somático y que establezca una correlación, negativa y positiva, entre imaginario y somatización, lo que supone el reconocimiento de una dialéctica importante entre el cuerpo real y el cuerpo imaginario; en el equilibrio entre ambos es factor importante el tipo de somatización característico de cada individuo. Por ejemplo, la no-organización del espacio puede terminar remodelándose, bien por la evolución de la personalidad en su conjunto, o bien mediante la comprensión de los problemas espaciales. Tanto en los casos en los que la función imaginaria esté presente como en los que no lo esté, o en los que su presencia es alternante, es fundamental comprender la personalidad, sobre todo cuando nos enfrentamos a dos tipos de situaciones sin salida y las situaciones de conflicto. Por consiguiente, en todo trabajo terapéutico, el psicomotricista deberá avanzar con precaución, sin favorecer la adaptación, que refuerza la represión de lo imaginario y que involuntariamente la sitúa en el papel de superyó corporal, pero, al mismo tiempo, evitando suprimir, de manera brusca, dicha represión. Además deberá permanecer atento para constituirse en una especie de intermediario en el desarrollo de los funcionamientos que mantienen al cuerpo en los límites de lo imaginario, protegido de las somatizaciones graves. En resumen, deberá encontrar el límite entre lo real y lo imaginario frente a lo corporal.