Arland Deyett Weeks es un autor poco conocido y, sin embargo, enormemente representativo de lo que era un reformador social y un educador norteamericano progresista de principios del siglo pasado. Su Psicología de la ciudadanía (1917) pone de manifiesto el aprecio por una herramienta -la psicología- capaz de revelar los mecanismos subyacentes al funcionamiento de la sociedad y al mismo tiempo servir como instrumento científico para optimizar la formación de ciudadanos, esto es, de individuos capaces de participar responsablemente en la vida pública. Las disciplinas psicológicas disfrutaban en aquel momento de una expansión sin precedentes al servicio de la construcción de la democracia liberal. Es un proceso que ha continuado a un ritmo sostenido hasta nuestros días, las ideas y las técnicas psicológicas se hallaban destrás de la gestión de la convivencia, el fomento de la responsabilidad personal y, en general, las formas de gobierno que aspiraban a controlar a la población mediante el propio autocontrol de los individuos y su participación activa en la vida pública. En las actuales democracias occidentales sigue considerándose imprescindible averiguar si el ciudadano está, políticamente hablando, a la altura de su tiempo, esto es, preparado para la participación que la aceleración de los cambios sociales le exige. Educar para la ciudadanía sigue siendo una prioridad política. Este libro refleja esa prioridad a través de temas como los límites del pensamiento racional, la instrucción de los ciudadanos, los efectos del ambiente en la consolidación de los hábitos, las relaciones entre atención y publicidad, la motivación en el trabajo, la función de la sugestión y la influencia, los tests aptitudinales, la experimentación en situaciones naturales o el papel jugado por el carácter y los instintos como motores del comportamiento.