«Trabajo social» es una denominación paradójica, ya que todo trabajo es, por naturaleza y en todo dominio, social. Los que se consagran a él son trabajadores necesariamente sociales, puesto que no existen otros. Pero si los trabajadores son sociales, ¿hay algunos que lo sean más o menos que otros? Nadie duda de que estos profesionales trabajan mucho y a menudo con ahínco, pero justamente porque trabajan en lo social su labor no tiene nada de evidente: incertidumbres y dudas son moneda corriente. Para hacer frente a esta situación, el presente libro propone tres tareas: Definir el trabajo social, es decir, construir una definición rigurosa y por ende discutible a propósito de la potencia del trabajo social y también de sus límites insuperables. Exponer las figuras centrales de la intervención social: «caridad», «hacerse cargo» y «tomar en cuenta». Presentar la clínica de la intervención social: preocupación por lo singular y lo concreto, análisis de las prácticas como espacios de formación ininterrumpida de los profesionales. Invención de una clínica transdisciplinaria, que convoca simultáneamente dimensiones psíquicas, ideológicas, políticas, económicas, teóricas. Problematizar el trabajo social pretende mantener la distancia, profesional y personal, objetiva y subjetiva, entre el principio de realidad (considerar el mundo tal como es) y el principio de resignación (aceptar el mundo tal como va).