El verdadero arte no es la manifestación de una subjetividad que se repliega en sí misma, sino una búsqueda espiritual que aspira a la transformación de lo real y a su reconstrucción radical. O al menos así lo entendían Breton y Trotsky, dos de las inteligencias más portentosas que ha dado el siglo XX. La convicción de ambos de que el arte sólo podía ser revolucionario si era radicalmente independiente les llevó a redactar el Manifiesto por un Arte Revolucionario e Independiente, un texto en el que se reivindica para la creación intelectual un régimen anarquista de libertad individual. Aquí se recoge el citado Manifiesto, así como diversos documentos y testimonios, entre ellos los que hacen referencia al encuentro mexicano entre el profeta del surrealismo y el líder revolucionario. Un encuentro amparado por personajes tan fundamentales en la historia de México –y en la del Arte– como Diego Rivera y Frida Kalho.