El proceso de asentamiento urbano del pueblo gitano se produce en el siglo XVIII, y especialmente a partir de la pragmática-sanción de Carlos III, con la que el gobierno ilustrado de la época pretende convertir en sedentario e integrar así en la actividad productiva a un colectivo que había hecho del desarraigo su seña de identidad y que entendía la libertad como un ejercicio errante. Para controlar ese proceso, comienzan a elaborarse los censos específicos de gitanos en cada una de las ciudades en las que se iban asentando. Precisamente la publicación completa de los censos de los gitanos de Cádiz de 1783 y 1784 constituye la joya de la corona de este ensayo apasionado y abrumador, en el que Francisco Dodero y Gabriel Romero han volcado sabiduría y entusiasmo. En esos censos se pueden rastrear los antecedentes de algunas familias gitanas que resultaron decisivas en la génesis del cante jondo. Por ejemplo, las de los Monge y los Ortega, que confluirían, algo más de un siglo después, en la figura de Manolo Caracol, uno de los genios del cante gitano. Los autores han recorrido, entre otros campos, una abundante bibliografía para rastrear la presencia gitana en la historia y cultura españolas, en un ejercicio casi arqueológico, porque las huellas son escasas y negativas. Y para descubrir las vereas de un cante que ahora es reconocido en todo el mundo incluso oficialmente, pero que tuvo unos comienzos envueltos en nieblas de penuria y marginación.