Sembrar y cultivar amor no garantiza una cosecha de tan preciado sentimiento. Hay circunstancias inesperadas que cambian los resultados haciendo del fruto esperado un puñado de abrojos, dando un vuelco que convierte los sueños en pesadillas y los deseos en desilusiones; esa reciprocidad que se persigue al enamorarse, no siempre se puede alcanzar y no necesariamente por la decisión de alguna de las partes; en ocasiones el destino se divierte con los sentimientos de los enamorados.